«Soldado Universal» (TriStar Pictures)
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En febrero de 2014 el Ejército estadounidense hizo exhibición pública de una especie de dermatoesqueleto o armadura no sólo para mejorar la defensa del soldado sino también para multiplicar la fuerza del mismo y la precisión de sus movimientos. La armadura tiene por nombre «Talos» (acrónimo inglés de «traje ligero de asalto táctico») y, según las autoridades militares, están previstos tres prototipos en 2014 y la fábrica en serie en 2018 o 19. «Talos» incorpora abundante electrónica, dícese que sin influir en la conducta del individuo, pero hay quien sospecha que tales dispositivos electrónicos pueden enlazar con el cuerpo humano para, entre otras, decidir las acciones a realizar por las variaciones en el entorno detectadas por un equipo de sensores.
La idea de un soldado artificial, de aspecto y con funciones más o menos humanos, indolente y mortífero, es el sueño de cualquier jefe político o militar y surge como consecuencia de la degradación del factor humano, refractario a cualquier sacrificio que no sea su particular interés. Sin embargo, debe reconocerse que los robots actuales, no obstante con nuevos modelos que se suceden por generaciones de rápida evolución, son básicamente juguetes mecánicos, un pasatiempo verbenero, muy inferiores a un soldado humano bien instruido y pertrechado.
Robot soldado.Son dos los tipos principales conocidos: un ingenio de llanta articulada y una máquina semejante al hombre o a un cuadrúpedo, en ambos casos telemanipulados. Al primero pertenece el MRK-27 ruso (2009), similar al «Swords» americano, básicamente un tanque enano teledirigido, de unos 200 kg de peso, radio de 1 km respecto de su operario y armado de una ametralladora, lanzagranadas y otras armas. Entre los segundos, el «Big Dog» (2005), cuadrúpedo de transporte, semeja una pequeña mula 110 kg de peso, pero es caro, lento (6 km/h) y capacidad de transporte pequeña (150 kg).
Los modelos más complicados realizan de forma autónoma secuencias almacenadas en su memoria, pero a medio y largo plazo son evidentes los problemas limitativos de los robots, especialmente en el autómata cibernético que pretende incorporar los principios de la «inteligencia artificial», y los esfuerzos van dirigidos ahora al llamado «soldado robotizado».
Soldado robotizado. Básicamente, la máquina da complemento al hombre —o al contrario— y su factor más siniestro consiste en la manipulación del cerebro para condicionar las acciones del soldado, incluida la llamada «psicología fisiológica», esto es, una intervención física del cerebro. Las posibilidades son tan numerosas como terroríficas y entre estas descuellan el llamado «RNA condicionado» y el cerebro dividido.
La irrupción de órdenes extrañas del cerebro en la conducta de un soldado puede obedecer a un «RNA condicionado», que retiene el conjunto de instrucciones que ha de realizar el individuo en un momento concreto (los primeros experimentos con éxito se llevaron a cabo en la década de 1960 con ratas que recibieron el RNA de hámster enseñados a reaccionar de una manera determinada al oír una señal dada). Según algunos técnicos, hoy es posible la incorporación al cerebro de técnicas avanzadas de microminiaturización que hagan las veces de un RNA condicionado.
El individuo al que se ha dividido el cerebro, esto es, con las conexiones de las dos mitades del cerebro cortadas para que la transferencia entre ambos hemisferios quede interrumpida, puede manejar un volumen de información doble que el del individuo normal, hasta el punto de desarrollar dos tareas distintas. La separación quirúrgica de los dos hemisferios cerebrales no produce trastornos mentales, sin cambios de personalidad ni inteligencia y con una perfecta conciencia de sensaciones y movimientos, pero los signos externos de un cerebro en dos mitades pueden ser reconocidos por la aparente indiferencia del individuo a lo que acontece en el lado derecho de su cuerpo (golpes, medio ambiente).
US Army
Dermatoesqueleto «Talos» del Ejército estadounidense, con tres prototipos en 2014 y fábrica en serie en 2019.
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ANEXO
Eliza Grinnell
Robots obreros experimentales «Termes» levantando una pared
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