6 de enero de 2013

Vuelo 870


El 27 de junio de 1980 fue derribado un avión comercial italiano mientras iba de Bolonia a Palermo, con 81 personas a bordo y sin que ninguna de ellas se salvara de la muerte. El Gobierno creó media docena de comisiones investigadoras, pero sus conclusiones no parecieron convincentes a amplios sectores de opinión, habiendo contribuido al desasosiego las circunstancias de que se perdieron o manipularon las pruebas.

El vuelo IH870 era un McDonell Douglas «DC-9» serie 15 de la compañía Itavia, con 77 pasajeros (12 de ellos niños o bebés) y 4 tripulantes. El despegue se realizó desde Guglielmo Marconi (Bolonia) hacia las 8 de la noche y una hora más tarde desapareció, a unos 100 kilómetros al N de Palermo. A la mañana siguiente se encontraron los restos del avión flotando en el Mar Tirreno, unos 25 km al NE de la isla de Ustica. Se recuperaron 39 cadáveres y el examen forense concluyó que sufrieron los efectos de una descompresión; es decir, el fuselaje se rompió o dislocó en pleno vuelo. En consecuencia, se estableció provisionalmente como causa la fatiga de material, bien que los medios de comunicación popularizarían el nombre de «matanza de Ustica» para negar la validez de la hipótesis oficial.

El 18 de julio se encontraron en Castelsilano (Calabria) los restos de un «MiG-23MS» libio y una comisión de investigación italo-libia concluyó que el avión se estrelló a causa de un desmayo del piloto, pero el avanzado estado de descomposición del mismo convenció algunos sectores de opinión de su relación con la pérdida del vuelo 870.

Una extensa y virulenta oleada de atentados terroristas y el agitado clima social y político colocaron la «matanza de Ustica» en segundo término: el 2 de agosto un artefacto explosivo causó en la estación de Bolonia un centenar de muertos y en septiembre, con la dimisión de Francesco Cossiga de la jefatura del Gobierno, se abría una nueva crisis. Paralelamente, la distensión entre la OTAN y el Pacto de Varsovia se había deteriorado y aumentó el grado de probabilidad de que llegara a desencadenarse una conflagración mundial.

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Referencias geográficas de la tragedia del vuelo IH870
Comisiones investigadoras. Al mismo tiempo que rechaza la hipótesis de la fatiga de material, la opinión pública exige explicaciones y el Gobierno se ve obligado a componer las comisiones investigadoras de Luzzatti (1982) y de Blasi (1984), sin conclusiones unánimes (bomba a bordo y misil, respectivamente).

Las dos cajas negras (CVR y FDR) del vuelo 870 son rescatadas del fondo del Mar Tirreno en 1987 y 1991, respectivamente, por la compañía francesa «Ifremer» y la británica «Winpol». Las conversaciones y sonidos en cabina grabadas en la CVR («cockpit voice recorder») y los datos de vuelo registrados por la FDR («flight data recorder») son enteramente normales, excepto la exclamación entrecortada de uno de los tripulantes en el segundo inmediato a la dislocación del avión.

En 1989, la agencia libia «Jana» anuncia que la aviación de la OTAN habría derribado el vuelo 870 al confundir éste y el «Tupolev 134» de Gaddafi, al que pretendían asesinar. Esta suposición, no obstante sin las pruebas que requieren los hechos, va ganando verosimilitud.

La discreción militar y el desbarajuste en las investigaciones extienden la duda sobre las muertes por causas no naturales (ahorcamiento, asesinato, accidente) de varios operadores de radar que trabajaban el 27 de junio de 1980 en las bases de Poggio Ballone, Lamezia Terme y Otranto. Uno de los casos más comentados son las muertes, en agosto de 1988, de Mario Naldini y Nutarelli Ivo, pilotos de los cazas italianos que transmitieron una «señal de alarma» cuando el «DC-9» de Itavia volaba de Bolonia a Palermo, sin que se hiciera pública la causa de ella. Aunque sus muertes tuvieron lugar al colisionar sus aviones durante una exhibición aérea en Ramstein (Alemania), surgió desde ese momento la sospecha de que pudieran estar implicados los mismos grupos que se oponían a un esclarecimiento del vuelo 870.

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Los últimos segundos del vuelo IH870: una pareja de aviones misteriosa (1 y 2) ataca con misiles al DC-9 italiano y sigue a otro aeroplano inidentificado (3), que volaba arrimado al avión derribado.
Acusaciones y juicios. En 1999, el juez Rosario Priore concluye que el vuelo 870 fue derribado por cazas desconocidos, pero la discreción de la OTAN, incluidas las Fuerzas Aéreas italianas, deshizo las posibilidades de Priore. Varios jefes militares y de los servicios secretos italianos eran formalmente acusados bajo las acusaciones de conspiración y otros presuntos delitos en relación con sus cargos, pero en 2007 se cerró el caso y se les exoneraba, por prescripción, de una conducción deliberadamente engañosa.

En 2008 volvieron a agitarse las aguas de la polémica tras una declaración pública del antiguo presidente Franscesco Cossiga en la que acusaba a la aviación francesa del derribo del vuelo 870. La fiscalía de Roma abrió nuevamente el caso y se pidió, sin obtenerse, una participación internacional.

En 2011, el Tribunal de Palermo condenó a los ministerios de Defensa y de Transportes a indemnizar con 100 millones euros a los familiares de las víctimas y sentenció que el vuelo 870 fue derribado por dos cazas desconocidos, que intentaban derribar a un tercero que volaba arrimado al DC-9. El juicio, que recogía y ampliaba las investigaciones de Priore, no tuvo más importancia que la de señalar la amargura y la inquietud de una parte de la población italiana, puesto que finalmente se conseguía que, fueran cuales fueran los jueces y las pruebas presentadas, los fallos tuvieron un sólo color: «cazas desconocidos».

Observaciones. Estudiando los acontecimientos del 27 de junio de 1980, un punto que llama la atención es el referente a la actividad aérea desarrollada en el Mar Tirreno por varias naciones, de entre 11 y 30 aviones, según las fuentes. Aunque no actuasen como fuerza OTAN, sino bajo sus mandos nacionales, la acción parece coordinada o con conocimiento mutuo, como ha demostrado el que muchos llevaban extinguidos los identificadores IFF.

Ministerio della Difesa
Dos pilotos de caza italianos de la 4ª Ala, en ruta de Verona a Grosseto, transmitieron una señal de alarma cuando el «DC-9» de Itavia volaba de Bolonia a Palermo, pero la causa de ella no se ha publicado.
A diferencia del avión comercial coreano abatido por la aviación de caza soviética (1983) o el iraní derribado por el misil de un crucero estadounidense en la Guerra del Golfo (1988), el vuelo 870 no se negó a identificarse y mantenía un vuelo de aproximación y comportamiento correctos.

Al parecer, Italia no ha ejercido enérgicamente sus derechos, acaso para no comprometer sus instituciones militares y políticas. Hay que recordar que en los años 80 los intereses en Chad y Libia conducen a la sensación de una guerra larvada entre Francia e Italia. Al respecto, un informe del CDC (Centro de Documentación Católico) dice así: «Una maraña de manejos político-financieros entre Libia e Italia habían aconsejado a esta conducir una diplomacia paralela con el régimen libio, sin la anuencia de la OTAN, como permitir que aviones militares libios sobrevolaran Italia disfrazados de vuelos regulares».

Es evidente que el problema es más profundo que una simple cuestión de culpabilidad: la solución de este complejo montaje puede resultar demoledor para el prestigio y la credibilidad de italianos, franceses y, acaso, estadounidenses. Cabe añadir la mala higiene moral de los autores, con las extraordinarias dosis de sangre fría que se requieren para adoptar el silencio en una situación cuyo resultado fue que perdieron la vida 81 inocentes, pasajeros y tripulación ocupantes de un avión comercial italiano, en vuelo regular, con niños a bordo.

Prospectiva. El secreto del vuelo 807 se divulgará y se hará público, pero solamente cuando los indicios que pueden contribuir al descubrimiento de los hechos ocultos se reduzcan a vestigios difícilmente probables. Como ejemplo de ello puede ponerse, entre otros, el «Boeing 707» en ruta de Chicago a Los Ángeles, que explotó en el aire (1962), posiblemente a causa de una bomba en los lavabos.

ANEXOS

Víctimas infantiles del Vuelo 870. Todos los pasajeros del vuelo 870 eran italianos, 12 de ellos niños. La nómina de los últimos es la siguiente: Sebastiano y Francesca D’Alfonso (4 y 7 años); Francesco Di Natale (2); Giuseppe, Antonella y Vicenzo Diodato (1, 7 y 10); Tizana y Daniela Marfisi (5 y 10); Alessandra Parisi (5); Giovanni Pinocchio (13); Giulana Superchi (11); y Nicola Zanetti (6).
A los anteriores cabe añadir los siguientes, menores de edad: Paolo Bonati (16), Giuseppe Cammarata (19), Carmela Fullone (17), Giacomo Guerino (19) y Francesca Lupo (17).

Jesse B. Awalt
La hipótesis «Gaddafi». Semeja una idea neurótica, pero verosímil. Según esta, Moammar Gaddafi sobrevolaba el Mediterráneo a bordo de un «Tupolev 134» y se desvió a Malta cuando fue advertido por los servicios secretos italianos de una emboscada aérea para asesinarle. Entretanto, uno de los «MiG-23MS» que debían convoyarle hasta su destino, venido de Yugoslavia o una base europea desconocida, no tiene noticia del asunto y se junta con el «DC-9» de Itavia al confundir éste y el avión de Gaddafi. La confusión es compartida por los asesinos emboscados, que al echar de ver el «MiG-23» arrimado al «DC-9» atacan éste con misiles y el otro emprende la huida para estrellarse, más tarde, en Castelsilano (Calabria). Sus restos, según esta hipótesis, serían los habidos el 18 de julio de 1980 en dicho lugar.