2 de enero de 2013

HAARP-SURA

US Department of Defense
Un informe en 2001 del CDC (Centro de Documentación Católico) dice así: «Respecto del uso del proyecto HAARP como agente destructivo, no existen datos para afirmar el establecimiento de un sistema completo y útil en la práctica ni la clase de equipos subsidiarios que se precisaría para establecerlo, bien que una vez se disponga de instrumentos adecuados para trabajar, resultará fácil pasar de la teoría a la práctica. Sería un nuevo y osado avance en la aptitud mortífera humana».

El proyecto HAARP («Frequency Active Auroral Research Program») estudia las irregularidades en la ionosfera y las propiedades conductoras de los iones que contiene; es decir, un mejor conocimiento de la ionosfera para el perfeccionamiento de las comunicaciones. Está estrechamente relacionado con las Fuerzas Armadas estadounidenses y se instaló en 1993 en una antigua base terrestre de radar en Gakona (Alaska).

En origen se proveyó con 18 antenas dispuestas en tres filas de a 6 antenas cada una y una potencia de 360 kW, dotación que había aumentado en 2007 a 180 antenas repartidas equitativamente en 15 filas y potencia de 3 600 kW. El dispositivo principal es un radiotransmisor de alta frecuencia, de BAE Advanced Technologies, capaz de modificar por calentamiento las propiedades de una región de la ionosfera y registrar los cambios inducidos en ella. Trabaja con frecuencias de entre 2'65 y 10 Mhz.

El peligro del programa HAARP sigue siendo todavía tema de especulación. En 1999 el Parlamento europeo advirtió de los grandes peligros que puede ofrecer en determinados momentos. Más tarde, en 2002, el Parlamento ruso afirmó que Estados Unidos busca dispositivos capaces de utilizar la troposfera, capa atmosférica más inmediata a la superficie terrestre, como agente destructor. Tal aviso reviste importancia por cuanto Rusia tiene desde los años 80 un emplazamiento similar al estadounidense y casi seis veces más potente: SURA, instalado en las inmediaciones de Vasilsursk, en Nizhni Novgorod (antigua Gorki).

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Radiotransmisor del proyecto HAARP en Gakona (Alaska). A simple vista, el complejo semeja un gigantesco radiotelescopio de gran poder resolutivo.
Cabe suponer que la supuesta amenaza del HAARP está en las corrientes plasmáticas a través de la magnetosfera e ionosfera, que ocasionan cambios en gran escala de densidad y temperatura del medio, y en el campo geomagnético, que desempeña un papel de importancia capital como enlace entre fenómenos magnetosféricos e ionosféricos.

Según un documento del CDC, «la base terrestre de Gakona, y acaso la de Vasilsursk, interacciona o usa, cuando menos, un ingenio espacial de órbita circumpolar, con perigeo pequeño y un apogeo de unos 2 000 km».

Aun en el supuesto fantasioso de que HAARP pudiese inducir catástrofes para asolar vastas zonas, no substituye con ventaja al bombardeo atómico y presenta muchos inconvenientes: inmóvil, descubierto, frágil, es fácil blanco de ataque para la aviación y el cohete, siendo objeto, posiblemente, de contramedidas electrónicas.

Se dibuja, pues, una imagen de HAARP extraordinariamente complicada. Se puede razonar y aun probar la naturaleza pacífica de este proyecto, pero comúnmente se olvida que el hombre ensayó un explosivo atómico (16 julio 1945) pese a que varios científicos razonaron que éste podría inflamar la atmósfera terrestre, con fatales consecuencias para la vida. Las inquietudes que mueve HAARP no son tanto desde el punto de vista puramente científico cuanto del de sus posibles aplicaciones degeneradas.

HAARP y el SDI. Parece ser que HAARP evolucionó como proyecto a la sombra del SDI («Strategic Defence Iniciative») o IDE en español (Iniciativa de Defensa Estratégica), popularizado por los medios de comunicación con la infeliz expresión «Guerra de las Galaxias» y cancelado en 1995. En la teoría, HAARP puede enlazar con alguna de las armas exóticas del SDI, como los sistemas que emplean propagación por dispersión troposférica e ionosférica o los haces de partículas (átomos de hidrógeno ionizados negativamente que son acelerados por un potente campo eléctrico), pero se tratan de armas aún semiutópicas.