4 de julio de 2013

Europa retiene a Evo Morales

EFE
La acción coordinada de los países europeos ha resultado un modelo de organización y ha acabado con pleno éxito: llevar al suelo para su examen el avión del presidente boliviano sin recurrir a la fuerza aérea, ya fuese española, francesa, italiana o portuguesa. Sin embargo, ha fallado el intento para capturar al fugitivo americano Edward Snowden.

El día 3 de julio, ante la sospecha de que el fugitivo estadounidense Snowden podría viajar en el avión del presidente boliviano Juan Morales, en vuelo Moscú-La Paz, Europa le cerró el paso al avión boliviano y este se desvió a Viena (Austria), donde sería retenido para comprobar que el citado fugitivo no era a bordo. Morales se negó en redondo a las exigencias de examinar su avión, incluida la del embajador español en Austria (Alberto Carnero), lo que fue en parte causa de la larga retención, pero ante la determinación europea y frente al hecho consumado, finalmente se visitó el interior de la pequeña aeronave, del tipo «Falcon 900EX». Verificada la ausencia a bordo de Snowden, España autorizó la escala técnica del avión boliviano, pero en el archipiélago de las Canarias, a miles de kilómetros del territorio metropolitano.

Una vez se supo que Snowden no era a bordo del avión boliviano, la opinión pública europea se ha desentendido de este asunto y los gobiernos de los países europeos más afectados negaron la importancia del mismo, principalmente los presidentes de España y Francia, el primero de los cuales afirmó que «lo importante es que Snowden no va en ese avión». Desde luego, Bolivia lo hizo en contra, intentando encender los ánimos con disolutas apelaciones sentimentales («neocolonialismo europeo», «ofensa a Sudamérica»). Algunos gobiernos sudamericanos se han mostrado preocupados, pero poco más pueden hacer y no faltan quienes parece que únicamente buscan notoriedad, caso de la argentina Cristina Fernández, con su país punto menos que en la bancarrota financiera. Quedan, en fin, los dirigentes sudamericanos que actúan movidos únicamente por fines populistas, como el venezolano Maduro, y que parecen haberse animado a la vista de obtener algún buen resultado para su política doméstica a costa de la «desdicha» del presidente boliviano.

Gobierno de Argentina
El presidente Morales es conocido en Europa sólo por su afición a violar el sistema de garantías a las inversiones extranjeras, principalmente intereses económicos europeos. La consecuencia más negativa de estas maniobras populistas es dificultar el desarrollo de Bolivia, con unas calamitosas estadísticas de bienestar social. 
Morales: la horma de su zapato. El presidente de Bolivia ha tiempo que puso en entredicho ante el mundo su buena fama de violar el Derecho internacional y el sistema de garantías a las inversiones extranjeras, principalmente contra intereses económicos españoles, caso de SABSA («Aena y Abertis»), gestora de los pequeños aeropuertos de La Paz, Cachabamba y Santa Cruz.

Indistintamente del caso (SABSA, «Iberdrola», «Andina», «Red Eléctrica Internacional», «Repsol») y del país (Argentina, Bolivia, Venezuela), la dinámica es idéntica: sin publicación formal de la administración ni invitación a los afectados para oír sus reclamaciones o la determinación del justo precio, el presidente ordena la toma de posesión de la empresa europea, pero sin el pago de la misma. Se tratan de unas expropiaciones forzosas, pero sin previo justiprecio ni pago, en que se hace un ejercicio degenerado del «dominio del Estado sobre todas las cosas sujetas a su soberanía», sin un sistema de garantías, donde no se distingue la expropiación de la expoliación, la legalidad de la arbitrariedad.

La expoliación de intereses extranjeros a la que se han aficionado Argentina, Bolivia y Venezuela son maniobras populistas para disfrazar problemas económicos y sociales incomparablemente mayores que los de los europeos. Una de las consecuencias más negativas de estas «expropiaciones» es que privan a estos países de la tecnología y recursos necesarios para su desarrollo, prospectiva singularmente preocupante en el caso de Bolivia, país agropecuario y minero con unas calamitosas estadísticas de bienestar social. Baste señalar que la renta per cápita de Venezuela, Argentina, Ecuador y Bolivia es de entre los 12 000 dólares del primero y los 2 500 del último frente a los más de 30 000 de España, Italia y Reino Unido o los 40 000 de Alemania en una Unión Europea castigada por la crisis más grave desde la II Guerra Mundial.