25 de agosto de 2013

Bradley Manning: el cuentista de «Wikileaks»

US Department of Defense
Ha quedado probado que Bradley Manning cometió varios delitos contra el honor y la seguridad del Estado. El quebrantamiento de la fidelidad o lealtad por los militares es uno de los delitos más gravemente castigados en todos los tiempos —y países— y la pena de 35 años de prisión, con el beneficio de abandonar esta en un intervalo de tiempo de ocho años, parece compasiva.

Bradley Edward Menning nació en Oklahoma (1987), hijo segundo de padre estadounidense y madre galesa. Ésta era alcohólica y se divorciaron en 2001. Tras un periodo de residencia en Gales con su madre regresó a Oklahoma con su padre (2005) para terminar acogido por una tía en Washington (2006). Ingresó en el Ejército de Estados Unidos (2007) y se graduó al año siguiente como analista de inteligencia en Fort Drum (Nueva York). El Ejército prohibía manifestaciones homosexuales y Manning, homosexual probablemente congénito, ocultaba a sus compañeros su anomalía. En octubre de 2009 es enviado a Irak en calidad de analista y en los meses inmediatos se observó las filtraciones de secretos militares a través de «Wikileaks», con grabaciones y documentos de las operaciones militares en Irak y Afganistán, como también de Guantánamo, la CIA y el departamento de Defensa.

En mayo de 2010 Bradley Manning fue arrestado bajo la acusación de entregar secretos militares, que se sobreentendió era a Julian Assange, fundador de «Wikileaks», y confinado en una base militar de Kuwait. Se ordenó su traslado a Quantico (Virginia) y en junio de 2013 fue juzgado por un tribunal militar en Fort Meade (Maryland). Acusado de 20 cargos, entre ellos espionaje y fraude, el 21 de agosto fue declarado culpable y condenado a 35 años de prisión en Fort Leavenworth (Kansas).

Manning intentó minimizar su delito contra la seguridad con apelaciones a los derechos de libertad y seguridad enraizados en la dignidad y valor de la persona humana; es decir, utilizó los documentos para denunciar los abusos que contra el individuo cometen las fuerzas de seguridad del Estado. Empero, sus motivaciones pueden ser más mundanas y aun frívolas. En efecto, Manning anunció su afición al travestismo, con una fotografía en la que se le echa de ver tocado de cabellera postiza y maquillaje femeninos. Pocos días después de la sentencia, manifestó públicamente el deseo de deformar su cuerpo por medio de intervenciones quirúrgicas y administración de hormonas para que semeje el de una mujer, pues como tal dice sentir: «Soy una mujer; me llamo Chelsea».

Reconocida públicamente la homosexualidad predominantemente pasiva de Manning, se podría argüir en su descargo que la reacción psíquica puede inducir depresiones peligrosas que le predispusieron a la comisión inconsciente de delitos, bien por amoríos inevitables, bien por cierto fatalismo ante sus debilidades femeninas.

Mientras tanto, prosigue el movimiento en favor de la inocencia de Manning, avivado principalmente por Julian Assange, beneficiario de las filtraciones de secretos de aquél, pero sin conseguir suscitar gran efervescencia popular. En fin, cabe añadir que los documentos y grabaciones publicitados por «Wikileaks», a la que muchos relacionan con la CIA, son más espectaculares que efectivos.