25 de diciembre de 2013

«Changé 3», una sonda china en la Luna

Estación interplanetaria automática «Changé 3» (CNSA)
El 2 de diciembre de 2013, a las 1 h 30 min (hora de Pekín), se lanzaba desde el cosmódromo chino de Xichang un cohete espacial hacia la Luna («Larga Marcha 3B»). Llevaba a bordo una estación interplanetaria automática, «Changue 3», de un peso de 1 200 kg, con vehículo automóvil explorador autónomo, apodado «Yutu». Entró en vuelo circunlunar el día 6, a unos 100 km de altura, y el alunizaje en Mare Imbrium, que no Sinus Iridium, tendría lugar ocho días después.

En la estación «Changue 3» se abrieron dos rampas y por ellas descendió el pequeño vehículo explorador «Yutu», apropiado para rutas accidentadas gracias a sus seis ruedas independientes. La durabilidad prevista de la estación automática y el vehículo explorador es, respectivamente, de un año y tres meses.

Si se exceptúa la multiplicación de experiencias como consecuencia de la miniaturización de la electrónica a bordo, «Changue 3» es un ingenio menos completo que las sondas automáticas lunares soviéticas «Zond», de hace medio siglo, capaces de ir no sólo hasta la Luna y posarse en ella sino de retornar a la Tierra, facultad de la que carecen, por ahora, las sondas lunares chinas. De hecho, la técnica operacional de «Changue 3» y «Yutu» es análoga al soviético «Lunajod 1», transportado a la Luna por la estación automática «Luna 17» (noviembre 1970), cinco veces más grande que «Changue 3».

Nadie se ha quedado sorprendido al enterarse de que China había logrado su primer alunizaje automático suave, no tanto por el nivel de la investigación tecnológica en ese país, que esconde muchas deficiencias y es feudatario de terceros (patente o espionaje), cuanto por su ambición declarada de convertirse en superpotencia, propósito en el que la propaganda reviste importancia.

El primer alunizaje automático suave lo realizó la estación soviética «Luna 9» (1966) y el último, «Luna 24» (1976), del mismo país. Sin incentivo económico y uno científico muy pequeño, en los años 70 nuestra compañera cósmica quedó olvidada por el gran público, que se siente más atraído por las misiones marcianas y del espacio profundo. Así, hay técnicos y científicos para quienes este acontecimiento no pasa de ser cosa trivial, tan sólo interesante en el plano político-militar; es decir, las astronaves lunares «Changue» pueden obedecer no tanto a motivos científicos como a una táctica de política agresiva.

CNSA
El pequeño vehículo automóvil chino «Yutu», de 140 kg y 1'5 m de alto, diseñado para moverse sobre la Luna y transportado a ella por la estación automática «Changue 3».
Familia de astronaves «Changue». Es una serie de cinco estaciones automáticas lunares que definen los puntos vitales para posarse un hipotético módulo lunar tripulado chino: «Changue 1» (2007), estrellada deliberadamente contra la Luna tras orbitar ésta dos años; «Changue 2» (2010), también de inyección traslunar y desviada en 2012 a explorar al asteroide «Toutatis»; y «Changue 3» (2013), de alunizaje suave y desembarco de explorador automóvil, pero sin facultad de retorno a la Tierra. La misiones siguientes incumbirán a la «Changue 4», análoga a la anterior, y «Changue 5», con viaje automático de ida y vuelta de la Luna, previsto para 2017.

La exploración selenita por medio de sondas automáticas no significa un avance en la realización de vuelos lunares tripulados, pero es un primer paso y la Agencia Espacial china (CNSA) ha programado, salvo presumibles variaciones, un vuelo tripulado para 2025, pero sin aclarar si se trata de una experiencia circunlunar tripulada, primordial para el estudio y ajuste de dispositivos y sistemas para maniobra automática, o un vuelo tripulado con desembarco en la Luna, cuyo costo se puede decir que es unas 25 veces más caro.


ANEXO

Programa espacial chino. China se incorporó a la actividad espacial en 1970, situando en órbita su primer satélite, el «Chicom 1» (nomenclatura del Departamento de Defensa Norteamericano o NOARD), de 173 kg de peso. Por aquellas fechas se llevaban registrados más de 4 300 satélites desde que la Unión Soviética lanzara el «Sputnik 1» (1957) y 38 vuelos astronáuticos tripulados desde el «Vostok 1» (1961), incluidos los desembarcos lunares de los «Apolo 11» y «12» (1969). La espectacularidad del «Chicom 1», pues, estaba en que seis años antes China hizo estallar una bomba atómica en los desiertos de Sikiang y el citado satélite comprobó la capacidad de transporte y precisión de los nuevos cohetes chinos como vectores de lanzamiento de armas atómicas.

China, ávida de divisas, propuso sus cohetes a precios baratísimos y en 1988, por vez primera, un lanzador de este país fue explotado comercialmente para satelizar un ingenio extranjero. Sin embargo, los europeos de «Arianspace» se hicieron con más del 50% del mercado mundial de satélites comerciales, algunos de los cuales eran norteamericanos, y los chinos tuvieron que aceptar que los países confiaban a Europa o a Estados Unidos o a Rusia el lanzamiento de sus satélites más pesados y costosos.

El uso de satélites artificiales es hoy cosa trivial, sin interés propagandístico (en febrero de 2006 se llevaban registrados 9 614 satélites y sondas de 42 países), y en los chinos se observa ahora un predominio de las estaciones automáticas lunares. Admitida la culminación de la exploración científica de la Luna con el final de los vuelos norteamericanos «Apolo» (1972) y de los vuelos no tripulados soviéticos (1976), la implicación de China en un programa tan ruinoso como es el de la exploración lunar sólo se entiende en el plano político-militar.