23 de diciembre de 2013

El problema de Ucrania

RTVE
El más extenso de los países enteramente europeos y unido a Rusia durante tres siglos (1654-1991), Ucrania se convirtió en Estado independiente tras la desaparición de la Unión Soviética (1991) y en noviembre de 2013 explotó un movimiento popular a favor de un acuerdo de asociación con la Unión Europea.

Las protestas en la calle a favor de la Unión Europea y peticiones airadas de dimisión del presidente Víctor Yanukóvich, quien, por su parte, se niega a tal evento, llevan al Gobierno ucraniano a una crítica situación. Dícese que los manifestantes buscan una elevación acelerada del nivel de vida y el estrangulamiento de la corrupción local. A la práctica, se trata de un enfrentamiento entre la Ucrania occidental, de cultura católica y enemiga de Rusia, y la oriental, con mayoría rusa.

Con la OTAN en casi todos los territorios del extinto Pacto de Varsovia, y aun de la caduca Unión Soviética (países bálticos), la peor prospectiva para Rusia no está sólo en ver reducida su pequeña influencia en Europa oriental (Ucrania y Bielorrusia), sino también en que la OTAN adelante sus líneas sobre la frontera europea de Rusia en toda su longitud, excepción de la depauperada Bielorrusia. Cabe añadir que Ucrania, de la extraordinaria fertilidad de su suelo, está considerada el granero de Rusia —y Europa— y por ella pasan los gaseoductos que comunican los yacimientos rusos con Alemania y otros países de la Unión.

Un acuerdo de asociación no representa la admisión de Ucrania en la Unión Europea, estrechamente relacionada con la OTAN, pero es un primer paso y en diciembre de 2013 Rusia deshizo las vacilaciones del Gobierno ucraniano con una maniobra económica (propuso su gas a precios baratísimos y ayudas por valor de unos 11 o 15 000 millones euros).

Este éxito ruso parece de corto alcance en tanto la Unión Europea, mayormente Alemania, porfía en su propósito ucraniano y la OTAN, dícese, revisa a título preventivo sus planes para operaciones militares en las montañas del Cáucaso.

Ucrania y la Unión Europea. De las 15 repúblicas que constituían la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), la de Ucrania fue la tercera en extensión, la segunda en población y la de mayor valor económico después de la rusa. Tras la II Guerra Mundial, la Ucrania soviética fue admitida en la ONU como nación independiente, pero se trató de una maniobra del dictador comunista José Stalin para aumentar la representación del Gobierno soviético en la ONU.

Tras la desintegración de la Unión Soviética, las repúblicas que la integraban emergieron como estados independientes, pero con la tasa de arrojar a decenas de millones de personas a situaciones de pobreza extrema en respecto de Europa occidental (en 1991 la renta per cápita de Bielorrusia, Rusia o Ucrania era de unos 2 500 dólares frente a los 20 000 de Italia o los 17 000 de Reino Unido).

En 2013 es Ucrania una de las naciones con renta más baja de Europa (7 000 dólares frente a los 40 000 de Alemania o los 30 000 o más de España, Francia, Italia y Reino Unido, por citar a los llamados «Cinco Grandes de la Unión»). Se puede argüir que su agricultura y minería revisten importancia (hierro, carbón, manganeso, mercurio y petróleo) y que presenta un desarrollo industrial de cierto relieve (siderurgia, maquinaria, productos químicos), pero los intereses de la Unión Europea y Rusia son más bien de orden geoestratégico, supuesto que este y el económico se puedan separar.