7 de marzo de 2014

Aniversario de Kubrick: ¿muerte o asesinato?

Archivo CDC
La madrugada del 7 de marzo de 1999 Stanley Kubrick falleció súbitamente en su residencia inglesa de Harforshire, a los 70 años, pocos días después del rodaje de «Eyes wide shut». Se dio noticia de su muerte la tarde de ese día y al anochecer «Scotland Yard» anunció la suposición de un asesinato, pero la hipótesis aparece y desaparece repentinamente la misma noche y nunca se han sabido los indicios o señales que establecieron esta conjetura.

Fue enterrado el día 12 en el jardín de su casa, con la asistencia de un centenar de personas, entre ellos los actores Thomas Cruise y Nicole M. Kidman y el cineasta Steven Spielberg. (Esta inhumación del artista junto a su casa es una excepción cuanto en Europa está prohibido enterrar cadáveres fuera de los cementerios.)

Ni «Scoland Yard» ni los medios de comunicación volvieron a hablar de un asesinato y la viuda, que se sepa, nunca lo hizo. La excepción es la citada actriz Nicole Kidman, en declaraciones al periódico «National Inquirer», pero tan ambiguas que pueden entenderse de varios modos.

La hipótesis popular es una rara combinación de interpretaciones subjetivas que se puede sintetizar así: Kubrick, socio de la masonería, comprometió en su película «Eyes wide shut» secretos relativos a esta asociación, u otra secta herética, y se hizo necesaria su muerte para recomponer la película antes de su pública exposición. Se trata, pues, de una opinión fundada en motivos sin credibilidad, una conjetura que no tiene por fundamento sino meras apariencias.

«Eyes wide shut». La presunción de simbolismo masónico o iluminado se reduce a una extraña y gratuita asociación de colores (azul y masonería) o nombres («arco iris» y proyecto «MK Ultra»). La dramatización de una orgía de sexo, la secuencia más popular por la controversia surgida a su alrededor, tiene como escenario aparente Mentmore Towers, opulenta casa destinada para residencia de la familia Rothschild, estrechamente relacionada con la masonería, pero también aparece en otros filmes, como «Brazil» (1985) o «Johnny English» (2003).

El rodaje en secreto de «Eyes wide shut», que se prolongó cosa de tres años, no se corresponde con el resultado. Excepción de Italia, no tuvo un destacado éxito y las conjeturas sobre la muerte súbita del autor bien pudieron ser un intento de dar publicidad al filme con fines de propaganda comercial.

Warner Bros
Nicole Kidman en una escena de «Eyes wide shut», último filme de Stanley Kubrick.
Tras el telón. Según algunos técnicos el filme «Eyes wide shut», cuya traslación correcta al español es «Ojos abiertamente cerrados», no parece ser enteramente obra Kubrick, con una maraña de encuadres y movimientos de cámara inteligentes con otros menos digeribles, en un lenguaje plástico impropio del autor. Por supuesto, ello puede ser resultado del agotamiento de la capacidad creadora de Kubrick, pero hoy se sabe que tras la muerte de éste participaron terceras personas en el montaje final del filme.

Durante el rodaje Vivian Vanessa, hija pequeña de Kubrick, se adscribió a la secta de la Cienciología, de la que era socio destacado Thomas Cruise y fundada en 1954 por un masón, Lafayette Ronald Hubbard (1911-86), al que a su vez se relaciona con otro miembro de la masonería, Edward Alexander Crowley, alias Aleister (1875-1947), vinculado con el satanismo. Dícese que la decisión de Vivian irritó al padre y aquélla abandonó Inglaterra, adonde volvió sólo para asistir al entierro de su padre, no así al de su hermana Anya, que moriría en 2009.

Kubrick y la masonería. Según el Centro de Documentación Católico, Stanley Kubrick era socio de la masonería, pero no hace públicos el grado ni logia a la que dio su nombre. En sus filmes más importantes trabajó con masones, como Arthur Clarke o Peter Sellers. Sin embargo, los masones no ponen mucha atención a la obra de Kubrick y tienen su filme dilecto, casi de visión obligada, en «El hombre que pudo reinar» (1975), escrito, dirigido y protagonizado por miembros de la masonería (John Houston, Sean Connery, Michael Caine y otros).

Cinematografía y masonería. El papel preponderante de la masonería en las parcelas de la actividad humana es innegable y la farándula cinematográfica, como medio para el adoctrinamiento de masas, no es la excepción. Desde los pioneros David Lewelyn Griffith («El nacimiento de una nación», 1915) hasta Al Jolson, protagonista en la primera película hablada y cantada («El cantor de Jazz», 1927), pasando por Cecil Blount de Mille («Los diez mandamientos») y los fundadores de Warner Bros (Jack Warner), 20th Century Fox (Darryl F. Zanuck), Metro-Goldwyn-Mayer (Louis B. Mayer) o Disney (Walter E. Disney), eran masones, como también mentados directores (William Wyler, John Huston...) y actores (John Wayne, Peter Sellers, Bob Hope, Oliver Hardy, Clark Gable, Nat King Cole, Harrison Ford...).


ANEXO BIOGRÁFICO

Stanley Kubrick nació en Nueva York el 29 de julio de 1928. Su padre, médico de origen judío, le regaló a los 13 años una cámara fotográfica y cuatro años después trabajaba para la revista «Look». En 1951 hizo sus comienzos cinematográficos con los cortometrajes documentales «Day of the fight» y «Flying padre», y de 1953 data su primer largometraje, «Fear and desire», del que renegó. Después de un tercer documental, «The seafarers» (1953), sus tres siguientes filmes le revelarían ya como un notable narrador cinematográfico: «El beso del asesino» (1955), «Atraco perfecto» (1956), «Senderos de gloria» (1957) y «Espartaco» (1960). En 1961 se trasladó a inglaterra, donde residió hasta su muerte. En su corta producción abarca una gran diversidad de géneros y procedimientos: «Lolita» (1962), «¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú» (1964), «2001: una odisea del espacio» (1968), «La naranja mecánica» (1971), «Barry Lyndon» (1975), «El resplandor» (1980), «La chaqueta metálica» (1987) y «Eyes wide shut» (1999). Por el conjunto de su producción y especialmente por las obras compuestas durante los años 60 y 70 no hay duda de que merece ser considerado como uno de los más importantes cineastas, además de haber sido el más singular de todos ellos.