US Department of Defense
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Se dice que el nuevo «auge» de Rusia
es el acontecimiento más significativo de la crisis de Ucrania, pero
hay otro y más importante: el rearme, aliviadero del sistema capitalista. La Unión Europea estuvo empeñada durante los últimos
años en reducir los gastos en defensa (Reino Unido eliminó su aviación embarcada en 2010 y España redujo la suya en 2013, por poner dos ejemplos), pero con la crisis en Ucrania las tornas
se vuelven: Suecia y Finlandia han aumentado sus gastos en defensa y planean
adherirse a la OTAN, como también Georgia, y el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, pidió de los países europeos una mejor consideración a sus presupuestos de
defensa (30 abril 2014) so pretexto de la «amenaza de Rusia».
La OTAN europea está dividida, los gastos en defensa
no satisfacen a esta organización y dícese que la solución ideal a tales
problemas sería un avance ruso en Ucrania oriental (el factor más importante en
la cohesión de la OTAN y el aumento del gasto militar es una amenaza exterior común, artificiosa o real, caso de la Unión Soviética en la «guerra fría» o, más tarde,
el «terrorismo islámico»). En cualquier caso, es evidente que Estados Unidos
busca ciertos ajustes en Europa antes de emprender otra aventura más arriesgada
en Asia oriental (el fortalecimiento militar y litigios territoriales en esta región ya han sido descritos en La «guerra fría» se desplaza a Asia oriental).
Los movimientos de la Unión Europea en la crisis de Ucrania son más difíciles de entender. Los europeos pretenden cerrar sus mercados al comercio ruso, pero parece una medida fatal: no se puede arruinar a
Rusia sin perjudicar a Europa al mismo tiempo, especialmente Alemania, que
depende en más del 30% del gas ruso y con intereses económicos en este país que pueden reducir todavía más el pobre crecimiento alemán (0'6 %).
La realidad es que Estados Unidos, acudiendo a su particular necesidad, siempre ha encontrado
en cada momento histórico el «casus belli» más apropiado posible y puede
asegurarse que Ucrania es uno de los detonantes en potencia (los otros dos son las islas Kuriles y Senkaku del Pacífico) para una
conflagración internacional o universal. Y esta, sin duda, se desencadenará en el
porvenir porque sin clima bélico no hay dinero; cuando menos en el caso de
Estados Unidos.