2 de junio de 2014

La CIA planeó matar al presidente Nixon

US National Archives
Se ha dado cuenta en Estados Unidos de la publicación inminente de un libro denunciando que la CIA sopesó matar a Richard M. Nixon, trigésimo séptimo presidente de Estados Unidos (1968-74), cuyo mandato acabó después del escándalo «Watergate» de espionaje político. La razón para ello, según el autor, estaba en la intención de Nixon de fundamentar públicamente la implicación de la CIA en el asesinato de John F. Kennedy (1963).

El político republicano Roger J. Stone, autor del libro «Los secretos de Nixon», asegura que el asesinato de Kennedy y los apaños para hacer blanco de inculpaciones a Lee Harvey Oswald fueron ejecutados por acuerdo entre la CIA y Lyndon B. Johnson (1908-73), entonces vicepresidente de Estados Unidos con Kennedy y que ascendió a la presidencia tras su asesinato.

Pues bien, Nixon amenazó de publicar los documentos que fundamentan estos hechos a fin de que no se procediera judicialmente contra él por el escándalo de espionaje «Watergate» (cinco agentes del Partido Republicano, miembros del FBI y de la CIA, fueron descubiertos colocando micrófonos en el cuartel general demócrata, los edificios «Watergate» en Washington, con personalidades de la Casa Blanca detrás del asunto).

Nixon ejerció chantaje sobre la CIA y Gerald R. Ford, vicepresidente de Nixon y que substituyó a éste (1974-76) tras el citado caso de espionaje. Ford, que falleció en 2006 a la edad de 93 años, fue miembro destacado de la comisión investigadora del asesinato de Kennedy («Comisión Warren») y, según el libro de Stone, se implicó en los informes forenses trucados para concluir que el único asesino de Kennedy fue Oswald.

El chantaje tuvo éxito: tras dimitir el cargo de presidente, Nixon no fue procesado por el «Watergate» y moriría en 1994 en su rancho de Santa Mónica (California), a los 81 años. A diferencia de los presidentes Johnson y Ford, Richard Nixon no fue socio de la masonería y dícese que mostró una animadversión extrema a recibir tratamiento médico en el hospital de Bethesda, donde se hizo un segundo —y sospechoso— examen forense al cadáver del presidente Kennedy.

Podría argüírse que el impacto que se pretende con esta noticia es favorecer la propaganda del libro, colocar la edición en corto plazo de un trabajo sin más pruebas que hipótesis. Pero todo esto son meras suposiciones: el origen de las informaciones no es confuso, documentadas con testimonios de Gerald P. Hemming y otros agentes de la CIA, y el autor, nacido en 1952, ha trabajado en los intramuros del Partido Republicano y también de la suprema magistratura de Estados Unidos.