6 de junio de 2014

Ucrania: matanzas y crímenes de guerra

Andrei Stenin
La acción de dar muerte sin discriminaciones a personas indefensas es un crimen de guerra y es lo que está haciendo el Ejército ucraniano en Lugansk, Donetsk y otras ciudades de las provincias homónimas. El motivo primordial de esta matanza es hacer gala de un poder sin merced para amedrentar a los partidarios de los insurgentes y el exterminio de estos. Esta barbarie busca justificación en la pobre excusa de una «operación especial antiterrorista», iniciada el 13 de abril.

El golpe callejero de la plaza Maidán (Kiev) trajo un gobierno ilegítimo y desde entonces se da muerte a grupos de personas opuestas al régimen, con fines de escarnecimiento e intimidación, como la matanza en Odessa (2 mayo) de más de un centenar de manifestantes desarmados, que deshizo los propósitos separatistas de este importante puerto petrolífero. El Ejército ucraniano no puede someter o sojuzgar a las poblaciones de Donetsk y Lugansk y recurre a los bombardeos indiscriminados de los helicópteros, aviones y cohetes, que han producido un elevado número de bajas (más de 150 muertos y casi 300 heridos por ahora) y determinado la destrucción de una parte de Slaviansk y otras ciudades de las citadas provincias rebeldes.

Estos bombardeos pasaron más o menos desapercibidos a la opinión pública internacional por el secretísmo del Ejército ucraniano y la «desatención» del periodismo occidental. Sin embargo, el día 3 de junio una explosión en el edificio del Gobierno regional de Lugansk mató a más de una decena de personas y el gobierno de Kiev culpó del ataque a los insurgentes, pero pronto se supo, incluso de fuentes políticamente sospechosas como la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa) que la matanza fue consecuencia de un bombardeo aéreo.

Bombardear ciudades inermes es un acto contrario al Derecho de guerra, pero ahora europeos y norteamericanos consideran que no debe quedar sometido a castigo y Kiev asegura que se tratan de ataques aéreos selectivos, imposible de creer cuando se han utilizado —y utilizan— cohetes no guiados y otras armas con poca o ninguna precisión.

Incapaz de refutar las acusaciones, Kiev admite ahora el lanzamiento de más de 150 «misiles» contra ciudades insurrectas, pero sólo reconoce media docena de ataques aéreos, la mitad con helicópteros. La incongruencia que resulta de presentar tales cifras está en la capacidad de transporte de los cazabombarderos Sukhoi 27 y los helicópteros Mil 24 «Hind», con menos del 25% de los aparatos en condiciones de uso y unas tripulaciones mal preparadas, salvo ayudas extranjeras, hipótesis por ahora sin fundamento que algunos temerarios intentan probar. Se sobreentiende, pues, que aquí el término «misil» se extiende a los cohetes artilleros simples de los lanzadores múltiples BM-21 «Grad», cuyo empleo contra ciudades en una guerra civil, caso de Ucrania, fundamenta un crimen de guerra.

Los bombardeos aéreos, a veces con remate de artillería y tanques, produjeron incontable número de refugiados y sólo el día 3 de junio más de 7 000 ucranianos, entre los que figuraron un millar de niños, huyeron a Rusia. Se calcula que para estas fechas más de 100 000 personas habían abandonado Ucrania oriental y Rusia se esfuerza en solitario por ayudarles a encontrar alojamiento y comida (la indiferencia del gran público europeo por este drama humano es consecuencia, entre otras causas, de un periodismo occidental que minimiza u oculta el problema).

¿Qué hace Estados Unidos, Unión Europea y Naciones Unidas? La última es un fósil parlamentario y los otros dos pretenden, a través de la OTAN, aumentar la aptitud mortífera del Ejército ucraniano con más material de guerra, propósito publicado por el general norteamericano Philip Breedlove, comandante supremo de las Fuerzas Aliadas en Europa.

Mientras tanto, en Moscú se multiplican las tentativas por llegar, si no a un arreglo, sí al menos a un alto el fuego y la apertura de pasillos con propósito humanitario, pero todas se estrellan contra lo que parece ser la postura irreductible de europeos y norteamericanos: Ucrania será territorio OTAN o no será. Y tal interés reduce la vida de inocentes a una estadística.