30 de agosto de 2014

Ucrania: la nueva Checoslovaquia

OTAN
El 29 de agosto, los miembros de la OTAN se reunieron en Bruselas para resolver la petición de apoyo militar directo de Ucrania. Se aceptaron todas las peticiones de Kiev, excepto la de una intervención militar. Se ha evitado la guerra, por ahora, pero con una resolución como la adoptada en la desastrosa Conferencia de Munich (1938), por la que las democracias occidentales permitieron a Hitler desintegrar Checoslovaquia, como en 2014 pretende hacer Putin con Ucrania.

En 1938 se celebró en Munich (Alemania) la conferencia homónima para estudiar y solucionar las pretensiones territoriales alemanas sobre Checoslovaquia. Esta república de Europa central, a igual que ahora Ucrania, había sido creada pocos años antes (1918), al término de la I Guerra Mundial, aprovechando la derrota de Austro-Hungría en esa guerra, y en 1938 perdió la porción de su territorio habitada por alemanes. Esto es, la creación de Checoslovaquia y Ucrania así como sus acontecimientos inmediatos sólo se diferencian en matices y actores.

Esta reunión de urgencia de la OTAN, que salvando las distancias puede hacer las veces de la citada Conferencia, marca un punto de inflexión en la crisis ucraniana al abandonar militarmente este país a Moscú, al mismo tiempo que ha saltado hecho pedazos el esfuerzo europeo por impedir el rearme. Por de pronto, Putin ha conseguido dividir Ucrania y evitar la intervención de la OTAN con la amenaza de la guerra.

Se puede argüir que Bruselas y Washington desean resolver pacíficamente la cuestión de Ucrania, pero conviene recordar que alentaron a los ucranianos a resistir la amenaza rusa, aseguraron que la agresión no sería tolerada y se comprometieron a mantener las fronteras ucranianas.

Tras la «guerra fría», victoria inequívoca de la OTAN, la Unión Soviética desapareció y Rusia, que formó aquella, dejó de ser gran potencia. Dejando aparte el agrandamiento de la OTAN, la constante de la política de la Unión Europea, primera potencia económica mundial, estuvo determinada por dos factores fundamentales: la prosperidad económica y el esfuerzo por impedir el rearme. Sin embargo, Rusia se va convirtiendo desde 2000 en un país con claros ribetes «totalitarios», de la mano de Vladimir Putin (nacionalismo, militarismo, monopolio informativo, culto a la personalidad, ganancias territoriales so pretexto de proteger a las minorías rusas).

OTAN
El presidente ucraniano Poroshenko y el secretario de la OTAN Rasmussen, en Kiev. La Alianza no sabe apreciar que no hay motivo para ceder ante Rusia, pues Putin no está todavía preparado para una guerra en gran escala (de ahí sus apelaciones obsesivas al combate nuclear), y que la demostración de debilidad por parte de la Unión Europea y Estados Unidos alentará a Putin a nuevos actos de agresión.
La agresiva política rusa lleva al mundo inevitablemente a una guerra. En marzo de 2014 Putin aprovechó la crisis de Ucrania y ocupó la península de Crimea, acción con la que violó no sólo el Derecho internacional sino también los solemnes compromisos de Moscú con la integridad territorial de Ucrania. La OTAN deseaba actuar contra Rusia, pero estaba dividida. Moscú aprendió la lección y apoyó a los rebeldes ucranianos, que no tenían posibilidad frente al Ejército ucraniano sin apoyo directo de Rusia. Por supuesto, Putin no amenazó con marchar sobre Ucrania oriental para proteger a la minoría rusa; sencillamente, lo hizo y ahora lo niega, pese a la descarada intervención de soldados y vehículos del 58º Ejército en la apertura de un tercer frente en la provincia de Donetsk (21 agosto), que impidió la inminente caída de la ciudad homónima y Lugansk.

El Gobierno ucraniano acusó al Ejército ruso de invadir su territorio y pidió la intervención militar de la OTAN, pero Ucrania no es miembro de la misma y su deseo de ayuda militar no se vio apoyado. Ante la aparente inacción de la OTAN, los rusos residentes en las provincias ucranianas de Donetsk y Lugansk creen que con Putin conseguirán su autonomía y se incorporarán a Rusia.

La crisis de Ucrania demuestra que la Unión Europea y los Estados Unidos, por imperativos legales o planes invisibles, no pueden —o quieren— detener al agresor. Algunos analistas y jefes militares o políticos aseguran que Rusia, tras convertir Lugansk y Donetsk en una provincia o protectorado ruso, iniciará una serie de actos de idéntica índole en los Países bálticos (Lituania, Letonia y Estonia). No obstante, estos son territorios OTAN y Bruselas puede invocar el artículo 5 que determina un contraataque contra la nación agresora. Pero entonces, la solución podría costar millones de vidas frente a las miles de una acción rápida de la OTAN en Ucrania, como pide Kiev, que a más podría tener el feliz resultado de liquidar la carrera política de Putin con una derrota militar en Ucrania.

En fin, esta reunión de urgencia de la OTAN parece una repetición, con otras formas, de la Conferencia de Munich sobre Checoslovaquia, en la que se consiguió un año de paz que costaría 50 millones de muertos (II Guerra Mundial).