9 de diciembre de 2014

El misterio de Diatlov

Fundación Diatlov
Uno de los más alucinantes y todavía misteriosos sucesos de la historia del alpinismo fue el de una expedición montañera dirigida por Igor Diatlov. El 27 de enero de 1959, éste, en unión de diez compañeros, dos de ellos mujeres, partió de la población de Vizhai en la región de Sverdlovsk (actual Ekaterinburgo), al pie de la cordillera de los Urales, con el ánimo de alcanzar el pico Ojkachal a través del monte Otorten.

La expedición la formaban ocho hombres (Igor Diatlov, Yuri Doroshenko, George Krivonishenko, Rustem Slobodin, Semen Zolotarev, Aleksander Kolevatov, Nicolai Thibeaux, Yuri Yudin) y dos mujeres (Zinaida Kolmogorova, Liudmila Dubinina), con edades de entre 25 y 21 años, excepción del guía, Zolotarev (37 años), y eran estudiantes o graduados en una u otra especialidad técnica de ingeniería en la Universidad Politécnica de los Urales en Sverdlovsk. El día 28, Yudin «enfermó repentinamente» y abandonó la expedición tras pasar la noche con sus compañeros en Severni, población cuasi-abandonada.

La primera noticia que se esperaba recibir de Diatlov después de su excursión era un telegrama desde Vizhai, hacia el 12 o 14 de febrero. Sin embargo, nada se sabía de los alpinistas una semana después y el día 20, a presión de los familiares, se organizó una expedición de búsqueda con grupos montañeros de Vizhai y otros formados con alumnos y profesores de la Universidad Politécnica de los Urales, a los que se unieron la policía (MVD) y un par de helicópteros militares (véase más adelante el anexo «Operación de rescate: los protagonistas»).

El día 26, los restos de un campamento fueron descubiertos en una ladera del Jolat Siajl (en mansi, «Montaña de la Muerte»). Al día siguiente, a unos 1 500 m ladera abajo, en el límite de un bosque, hallaron los cuerpos de Krivonischenko y Doroshenko sobre el suelo, descalzos y con poca ropa, al pie de un pino. A su lado se hallaba la ceniza de una fogata. A 300 m de ellos, ladera arriba, en dirección al campamento, se halló el cuerpo de Diatlov; y a 630 m, el de Kolmogorova. El 5 de marzo fue descubierto el de Slobodin, a 480 m, y el 4 de mayo los de Kolevatov, Thibeaux, Zolotarev y Dubidina, a unos 75 m, pero bosque adentro, enterrados por la nieve en un barranco.

CDC
Igor Diatlov (13 enero 1937), que da nombre a la expedición montañera de trágico y misterioso final (2 febrero 1959). Cuando murió llevaba en un bolsillo la fotografía de una compañera, Zinaida Kolmogorova (12 enero 1937), con la que se le ha relacionado sentimentalmente y que también murió en la expedición. 
Los negativos encontrados pudieron revelarse y se descifraron los diarios. Por estos, que finalizaban el 1 de febrero, se supo que habían llegado el 31 de enero al valle de Auspiya y aquí dejaron un escondrijo con víveres y ropas (unos 55 kg) para proveerse en el viaje de regreso. Al día siguiente emprendieron la marcha en esquís lentamente hacia el monte Otorten. Pendientes y bosques hicieron dificultosa la marcha y la tarde del mismo día acamparon en el Jolat Siajl, a unos 300 m de la cima y unos 10 km del Otorten. Los expertos llegaron a la conclusión de que, por razones desconocidas, los alpìnistas abandonaron su tienda durante la noche y perecieron por hipotermia, tres de ellos con la complicación de graves lesiones.

Las autopsias de los cinco primeros cuerpos hallados, verificadas en Vizhai por el doctor Boris A. Vozrojdenni (4 y 8 marzo), confirmaron las sospechas (hipotermia), pero los cuatro últimos cadáveres, excepto el de Kolevatov, tenían lesiones fatales difíciles de explicar.

Contaminación radiactiva. Tras descubrirse radiactividad en el cuerpo de Krivonischenko (¿los examenes forenses incluyen esta prueba?), varios «técnicos» habían llegado al Jolat Siajl con un contador Geiger de radiactividad para buscar, se dice, la ropa que le faltaba al cadáver. Consecuencia o casualidad, los últimos cuerpos fueron descubiertos y uno de ellos (Dubinina) con ropa de Krivonischenko. Así, la causa de la irradiación de aquélla es manifiesta, pero la de éste no tiene otra conocida que la de haber participado en la limpieza de la planta de plutonio «Chelyabinsk 40» tras un accidente (1957).

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La expedición camino de Severni. Aquí, uno de los montañeros (Yuri Yudin) enfermó repentinamente y regresó en el trineo de caballería que se echa de ver en la fotografía, guiado por un antiguo preso político lituano (Velikyavichus).
Entierro. Las víctimas fueron enterradas en el cementerio de Michailovskoe (Sverdlovsk), excepto Krivonischenko y Zolotarev, que lo fueron en el de Ivanovskoe. Sin embargo, los nombres y fotografías de los dos últimos figuran en el monolito mortuorio que marca las tumbas de aquellos. Un dato macabro: Semen Zolotarev, que se hacía llamar «Aleksander», murió en el aniversario de su nacimiento. Un dato curioso: el superviviente de la expedición de Diatlov, Yudin, moriría el 27 de abril de 2013 para ser enterrado el 4 de mayo junto a sus compañeros en Michailovskoe, en el aniversario del descubrimiento de los últimos cadáveres.

La comisión investigadora concluyó en mayo de 1959 que los montañeros murieron a consecuencia de una «desconocida fuerza mayor» y la documentación fue clasificada como secreta o reservada. El periodista y fotógrafo Yuri Yarovo, que participó en la búsqueda y rescate de Diatlov, refirió el suceso con forma o apariencia de novela («La más alta de las complicidades»), libro irrelevante por una censura excesiva y con el agravante de que el archivo del autor desapareció tras la muerte del mismo en accidente de tráfico (1980).

Desclasificación. En 1990 se hizo pública una parte de la documentación y pronto aparecieron juicios críticos. Yuri Yudin, superviviente de la expedición, aseguró que habían desaparecido el diario de Kolevatov y una de las cámaras fotográficas; María Ivanovna, miembro del equipo médico forense, dijo que se descubrieron once cadáveres y dos de ellos fueron retirados inmediatamente; Lev Ivanov, uno de los responsables de la investigación, dio fe de la preocupación de las altas jefaturas regionales en acortar los plazos e imponer el secreto; y un periodista de Sverdlovsk, Anatoly Guschin, descubrió que faltaban varios documentos y aventuró la hipótesis de un extraño ensayo militar («The price of state secrets is nine lives»). Estos testimonios o denuncias no están fundamentados, pero la conclusión ambigua de la comisión investigadora y el secretismo dan motivo a dudas sobre una acción de espionaje o un accidente militar.

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Los montañeros entran en el «paso 1079» del Jolat Siajl (1 febrero 1959), renombrado más tarde «paso Diatlov» en memoria de las víctimas.
La incógnita principal. Ninguna investigación define claramente por qué los montañeros abandonaron el campamento durante la noche y en circunstancias tan adversas (temperatura ambiente de unos -20 ºC y ropa de abrigo insuficiente) que inexorablemente conducen a la muerte, como tampoco la causa de las graves lesiones en tres de ellos ni la necesidad, al parecer, de rasgar la tienda de campaña desde su interior para salir de ella.

Teorías. La hipótesi de un alud no satisface enteramente y la conclusión de la comisión investigadora puede entenderse de varios modos. Todo ello, unido al secretismo, dio motivo a dudas, incertidumbre o confusión y en los años 90 aparecieron supuestos más siniestros (espionaje, ensayo militar, matanza), que algunos aprovecharon para llevar el asunto a la parcela de la superchería (naves de hechura extraterrestre, animales legendarios).

Los hechos conocidos. Es manifiesto que el miedo o la necesidad se apoderó de los montañeros porque algunos abandonaron el campamento con prendas de poco abrigo. Dejando aparte el «porqué» y el «cómo», lo cierto es que salieron del campamento para dirigirse ladera abajo hasta juntarse, todos o en parte, en el límite de un bosque, al pie de un pino. Aquí encendieron una fogata y, probablemente, uno de ellos cayó del árbol cuando trepó al mismo para otear o conseguir leña. Dos murieron de hipotermia y otros tres cuando venían o intentaban volver al campamento. A uno de los primeros (Krivonischenko) le quitaron parte de la ropa como prenda de más abrigo para Dubinina. Los cuatro supervivientes se adentraron en el bosque, donde improvisaron un escondrijo en un barranco. Estos últimos, excepto Kolevatov, sufrieron graves fracturas craneanas y de costillas, fatales en el caso de Dubinina (hemorragia interna). Se cree que Kolevatov fue el último en morir (hacia las dos de la madrugada, esto es, unas tres o cuatro horas después de abandonar el campamento).

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Thibeaux, Dubinina, Zolotarev y Kolmogorova, de la expedición de Diatlov. Los cuerpos de los tres primeros fueron descubiertos en un barranco cubierto por la nieve (4 mayo), con heridas difíciles de explicar, especialmente la segunda.
Hipótesis creíbles. Entre los peligros latentes que amenazaron a los alpinistas figuraban el mal tiempo (empeoró el día 31) y los aludes (acamparon en una ladera inclinada unos 30º). Se puede aventurar que el estrépito de un caza de propulsión a chorro, con el posquemador encendido, o el ensayo fallido de un proyectil bifásico, produjo o hizo creer a los montañeros en un alud, con la sucesión de hechos anteriormente referidos. (Un accidente militar como causa de la muerte de civiles justificaría el secretismo para impedir una propaganda fatal.)

Otra hipótesis es la del espionaje, cuyos supuestos protagonistas serían George Krivonischenko (ropa irradiada) y Semen Zolatarev (veterano de la II Guerra Mundial y condecorado con la Orden de la Estrella Roja). En la estación de Serov (23 enero), Krivonischenko fue apartado temporalmente del grupo de un modo muy inusual, como refiere en su diario uno de los montañeros fallecidos: «comenzó a cantar una canción y un policía se lo llevó por perturbar la paz de los pasajeros. Es quizás la única estación de tren donde están prohibidas las canciones». Es una hipótesis débil, con pruebas subjetivas como la ropa irradiada, que supuestamente se hacía llegar a otros espías, disfrazados de alpinistas, para probar las actividades de tipo nuclear en uno u otro centro fabril de los Urales.

Hipótesis infantiles: «platillos volantes» y «Menkvis». Son las suposiciones más absurdas y con el remate de documentales ridículos como «Alienígenas ancestrales» de History Channel (2011) y «Yeti ruso» (2014) de Discovery Channel.

El «Menkvi» es un legendario animal de caracteres humanos, supuesto habitante de los montes Urales, otro «abominable hombre de las nieves» a imitación del yeti de la región del Himalaya. El autor del documental «Yeti ruso», Mike Lebecki, presenta pruebas subjetivas y una descarada selección perniciosa de la documentación para hacer creer que uno o varios de estos animales legendarios mataron a los montañeros...

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Miembros del equipo de búsqueda junto a la tienda de campaña de la expedición de Diatlov, después de retirar la nieve que la cubría.
La hipótesis del «platillo volante» apoya en la «esfera luminosa pulsante» que supuestamente avistaron alpinistas y miembros de los equipos de rescate (2 febrero y 31 marzo), algunos de los cuales (V. Yakimenko) creen que «este evento estuvo involucrado, de alguna manera, en la muerte del grupo de Dyatlov». Es un modo de pensar, sin prueba ni razón, y en cualquier caso los montes Urales estaban en el entremedio de emplazamientos militares para el ensayo de cohetes y aviones experimentales (Baikonur y Nueva Zembla), en una época en la que el secretismo tenía ribetes obsesivos.

En ambos casos, y otros similares, el recurso a la superchería para colocar exitosamente a corto plazo un documental de televisión no es sólo un despreciable ejercicio de sensacionalismo sino también un insulto a la memoria de las víctimas y sus familias.


ANEXO

Supersticiones locales. El monte Jolat Siajl, en lengua mansi «Montaña de la Muerte», debe su nombre a que en el mismo perecieron nueve cazadores de esta etnia, durante la noche, en fecha indeterminada, sin signos aparentes de violencia. Causas similares tiene el nombre del monte Otorten («no vayas allí»). Las tribus khanti-mansis de Siberia ocidental también prestan un carácter sagrado o cuasi-sagrado al «Menkvi». Se tratan de creencias extrañas fundadas sobre el temor y la ignorancia, propias de pueblos aislados que conservan aún muchas costumbres antiguas.

V. Brusnicin
En el centro de la imagen, Boris E. Slobcov, con tres miembros de su equipo de búsqueda (M. Scharavin, V. Strelnikov y V. Chalizov), el 25 de febrero de 1959. Al día siguiente hallarían el campamento de Diatlov y al otro los cuerpos de éste y tres de sus compañeros.
Operación de rescate: los protagonistas. El agregado militar de la Universidad Politécnica de los Urales, coronel Georgi S. Ortiukov, organizó la búsqueda (21 febrero) con tres equipos improvisados en Vizhay (los de Blinov, Sogrin y Karelin). A partir del día 22 se les unieron los del capitán Chernischev (guardias de la prisión de Ivdel), del teniente Potapov (agentes de policía o MVD) y los de O. Grebennik, M. Akselrod y B. Slobcov, estos tres con universitarios voluntarios. Les apoyaban tres helicópteros desde el aeródromo de Ivdel, dos de ellos militares, y Moscú envió, cuando menos, cuatro «técnicos» (Maslenikov, Baskin, Bardin y Schulzhenko).

El día 24 Slobcov llegó al monte Otorten, sin rastro de la expedición de Dyatlov, al día siguiente siguió la señal que dejaban unos esquís y el día 26 descubrió una tienda de campaña en la ladera del Jolat Siajl, que prácticamente había desaparecido debajo de la nieve. (Se dice que tras retirar la nieve, Slobcov reconoció la tienda de Diatlov porque había participado en la construcción de la misma.) Se les unió un operador de radio (Egor S. Nevolin) y se les hizo llegar en helicóptero un segundo equipo de rescate y dos grandes tiendas de campaña militares.

Los cuerpos de Krivonischenko y Doroshenko fueron descubiertos (27 febrero) por dos miembros del equipo de Slobcov (Y. Koptelov y M. Scharavin), al parecer cuando buscaban un lugar más apropiado para el campamento; el de Diatlov (27 febrero) por Vasily I. Tempalov, fiscal de Izvel; y los de Kolmogorova (27 febrero) y Slobodin (5 marzo) por cazadores khati-mansis. El «quién» y «cómo» de los últimos cuatro cadáveres (4 mayo) no está del todo claro.