12 de febrero de 2015

Lanzadera europea IXV

ESA
El día 11 de febrero despegó por vez primera de su base de Kourou o Kurú (Guayana francesa) la lanzadera europea IXV (Vehículo Experimental Intermedio), sin tripulación a bordo y gobernado por un sistema de navegación automática, acontecimiento que puede ser considerado como el inicio de un importante programa de la Agencia Europea del Espacio (ESA). A diferencia del estadounidense X-35, no existen dudas sobre el alcance real y las motivaciones de este vehículo.

La duración total del vuelo desde su iniciación fue de 1 hora y 42 minutos. El lanzamiento se produjo a las 14 h 40 min (siempre referido el horario al meridiano de Greenwich) y el amerizaje del IXV tuvo lugar a las 16 h 22 min, en el océano Pacífico, siendo el buque de rescate el «Nos Aries».

El cohete lanzador es el «Vega» (2012), compuesto de tres etapas, capaz de situar en órbita baja una carga útil de 2'5 t. Todas la etapas constan de un solo motor accionado por propulsante sólido de 2 260, 870 y 260 kN de empuje. Les sigue una «etapa superior» también actuada por un motor, pero de sólo 2'40 kN de empuje y propelente líquido, a la que le cumple situar a la nave en su órbita. El peso del cohete es del orden de las 137 t, y su altura, al lanzamiento, es de 30 m, con diámetro de 3 m. Se trata de un ingenio italiano (65%) y francés (13%), pero del que también participan Bélgica, España, Holanda, Suiza y Suecia.

La nave espacial IXV, capaz para tres tripulantes, que una vez perfeccionada contará con motores de control (gobierno, frenado y aceleración) para su maniobra hacia la órbita y retorno a la Tierra, pesa unas 2 t y su longitud es de 5 m, con envergadura de 2'2 m y altura de 1'5 m. Llegó a 412 km de altura y seguidamente inició el retorno a la Tierra, a la velocidad de más de 20 000 km/h. Resistió las fuertes deceleraciones que sufrió en la reentrada atmosférica (temperaturas de más de 2 000 ºC en su roce con la atmósfera) y estaba provista de los paracaídas y flotadores de amerizaje. El IXV es construido por empresas europeas, algunas españolas (Eleanor Deimos, Sener, GMV, GTD y Rymsa).

ESA
Fases de vuelo y regreso a la Tierra del IXV, la gran innovación en el vuelo tripulado de la Agencia Europea del Espacio (ESA) y el primer paso serio tras el fallido «Hermes».
Concepto y objetivo. La IXV es un híbrido de lanzadera y de cohete, esto es, busca las ventajas de ambos sin sus inconvenientes, y los europeos quieren substituir los vehículos espaciales rusos «Soyuz» con independencia de Estados Unidos (Rusia abandonará en 2020 el programa de la Estación Espacial Internacional o ISS).

El propósito europeo no es nuevo. En 1982 la NASA, a imposición de la política militar del presidente Reagan, canceló con gran perjuicio acuerdos firmados con la ESA y esta declaró su intención de poseer su propio vehículo de transporte espacial, por nombre «Hermes». Al mismo tiempo, su cohete «Ariane», resultado de la colaboración industrial de Francia, Alemania, Reino Unido y España y con carácter operacional desde 1981, se apoderaba de una parte del mercado de los satélites comerciales hasta cubrir en 1989 más del 50% de la demanda internacional. Es decir, cundió el temor a que el transbordador europeo repitiese el éxito del «Ariane» y Estados Unidos buscó acabar con las posibilidades comerciales de la lanzadera europea, como había hecho anteriormente con el avión comercial supersónico «Concorde». Sin embargo, el esfuerzo no fue necesario: los malos resultados del STS, especialmente a raíz del accidente mortal del «Challenger» (1988), convencieron a los europeos de que la solución estaba en un navío cósmico más pequeño, sencillo y fiable. El decurso del tiempo les va dando la razón: Europa trabaja en el IXV, en el entremedio del cohete y el transbordador, y Estados Unidos en el X-35, una lanzadera enana y militarmente sospechosa.

Jet Fabara
Los aviones aeroespaciales tipo «Orbiter», que inauguraron la segunda generación de lanzadores, eran vehículos muy caros y tecnológicamente complicados. Estados Unidos tuvo el monopolio de estos ingenios tras la eliminación de los modelos «Buran» de la RKA rusa y «Hermes» de la ESA europea. 
El fracaso de las lanzaderas. En 1981 realizó su primer vuelo orbital el vehículo aeroespacial reutilizable estadounidense STS («Space Transport System»), formado por cohetes simples que remolcan a cuestas un avión aeroespacial tipo «Orbiter», más conocido con el nombre «Space Shuttle» («lanzadera espacial»). Se reveló poco interesante en el campo de las aplicaciones civiles (muy caro, fiabilidad mediana y versatilidad pequeña) y muchos usuarios renunciaron a sus servicios para el lanzamiento de satélites geoestacionarios en favor del cohete clásico, incluida la NASA, que en 1982 encargó a Boeing y Martin Marietta varios proyectos de grandes cohetes multifásicos.

La lanzadera no substituyó ventajosamente al cohete y los costosos esfuerzos que requerían su diseño y construcción sólo tienen una explicación militar. En efecto, la lanzadera americana sobrevivió al final de la «guerra fría» (1990) por eminentes criterios militares y propagandísticos, la soviética «Buran» (copia reformada de la americana «Orbiter») despegó por vez primera y última en 1988 y la europea «Hermes» (la más original de las tres) se canceló en 1992.