30 de marzo de 2017

Muerte misteriosa de Sandra Mozarovski

CDC
En 2017 se cumple el cuadragésimo aniversario de la muerte de la actriz española Sandra Mozarovski, de 18 años. Según versiones hechas públicas oficiosamente en España, se suicidó en su vivienda de Madrid, arrojándose a la calle. Sin embargo, las circunstancias continúan siendo una incógnita por el momento y en las que se introducen una serie de elementos críticos, no siempre válidos, en favor de la hipótesis sobre un asesinato.

Sandra Mozarovski, nombre artístico de Alexandra Elena Mozarovski Frías, había comenzado a aparecer en la filmografía nacional en 1969, a los 11 años de edad, y desde 1975 una serie de películas la convirtieron en un «sex symbol» por las escenas de alta temperatura erótica —que tienen de erótica lo que la censura permitía—. La primera noche del 24 de agosto de 1977, cae del balcón de su casa y es conducida al hospital Francisco Franco. La conmoción cerebral, grandes hemorragias y lesiones múltiples a consecuencia de la caída llegaron a ser fatales y murió el 14 de septiembre, sin haber recuperado la conciencia. El día 15 fue enterrada en el cementerio de Pozuelo de Alarcón (Madrid).

El caso produjo cierta excitación en las revistas intimistas y al mismo tiempo se abría un debate sobre una muerte voluntaria o involuntaria. Se rechazaron las versiones sobre un hipotético suicidio y la familia llegó al convencimiento —aparente o sincero— de una caída con algún desmayo (estado seminarcótico, ciertos déficits alimentarios). Al ir apareciendo detalles técnicos, como la altura de la barandilla del balcón, la caída accidental fue desterrada y se concedió creciente importancia a la versión del suicidio, que han adoptado en su mayoría los diccionarios biográficos cinematográficos.

Diez Minutos
Alexandra Mozarovski en el balcón de su casa, un cuarto piso en el nº 3 de la madrileña calle de Álvarez de Baena. Obsérvese que apoya los codos sobre la barandilla sin apenas inclinar el cuerpo. En una caída con algún desmayo, la mitad superior de su cuerpo no habría vencido la otra mitad para hacerla caer del balcón.
Con bastante posterioridad al suceso, confidentes anónimos lanzaron un rumor que circuló muy pronto en la farándula y los ambientes políticos: Alexandra fue amante del rey Juan Carlos I y asesinada por negarse a inducir un aborto criminal para ocultar el hecho del embarazo; es decir, alguien arrojó a Alexandra por el balcón. Esta hipótesis no tiene base seria y existe la sospecha en una ficción artificiosa con que se encubren intenciones ocultas —particulares o políticas—.

Esencia única del rumor es un embarazo de Alexandra, pero ella misma reconoció públicamente su virginidad y la familia, como también los médicos, afirmaron que la preservó hasta su muerte. Durante el rodaje del que sería su último filme, «Ángel Negro» (1977), se la relacionó con el actor Jorge Pous Rosas (n. 1937), pero este amorío fue, parece, asunto de propaganda y el actor José «Pepe» Sancho (1944-2013) afirmó, por su parte, que Alexandra «nunca tuvo un novio». Sin pruebas técnicas del embarazo, se recurre a indicios de tan poca firmeza como la ropa holgada que gastaba la actriz en sus últimos retratos fotográficos (lo habitual en una persona preocupada en disimular su incipiente obesidad). Tal vez todo ello sea una invención de León «Lev» Mozarovski, el más obscuro de los tres hermanos de la actriz. También hay motivos para dudar de la historia tan difundida según la cual Alexandra pertenecía a una pandilla de muchachas con las que se relacionaban influyentes miembros del Parlamento y de la farándula.

Diez Minutos
Boris von Mozarovski durante el entierro de su hija Alexandra, en el cementerio de Pozuelo de Alarcón (Madrid), conforme con el dogma de la religión ortodoxa que profesaba el padre, diplomático soviético, no así la madre, una española católica. Los padres fueron enterrados junto a su hija, él en 1993 y ella en 2008.
Los acontecimientos que le dan notoriedad pública a este rumor se reducen a la aparición, en la década de 2010, de un libro de Andrew Morton («Ladies of Spain»), que incluye a Alexandra en la supuesta nómina de amantes de Juan Carlos I, y de una novela de Pablo Blas alias Tom Farrel («Escrito en un libro»), en la que el autor se limitó a copiar los rumores con un personaje ficticio («Sara Wagnerowski»). El primero es un periodista desacreditado, condenado por difamación, y el segundo un obscuro escritor que describe su novela como una farsa: «Se trata de meter un crimen en una biografía; si lo haces bien, todo encaja y el lector se lo cree». Esta intención de engañar o de aprovecharse de un bulo lo dice todo de la falsía del rumor.

Otras hipótesis. La caída accidental es una versión mal fundada. Más segura y precisa se considera la del suicidio. Quizá, la actriz se privó de la vida incapaz de manejar alguna situación doméstica muy difícil y la familia, para ocultar tales problemas, condescendió en la idea del accidente y se alejó para siempre de la prensa.

También con propósito teorizante, cabe señalar que el padre de la actriz se relacionaba con el servicio diplomático soviético; y los funcionarios diplomáticos son una especie de espías, cuyas reglas prácticas descansan en complicidades turbias y personajes al margen de las reglas morales ordinarias. Estas circunstancias pueden suscitar toda clase de cábalas y el que suscribe mira con recelo que Alexandra fuese víctima o instrumento de alguna materia de la mayor trascendencia. Lo que está fuera de toda duda es que Alexandra murió a consecuencia de una caída, ocurrida bajo misteriosas circunstancias, y la familia nunca pidió una revisión de su muerte.


Anexo biográfico

Alexandra Elena Mozarovski Frías nació el 17 de octubre de 1958 en Tánger (Marruecos), la más joven de cuatro hijos (Tatiana, Alexis y León) del diplomático soviético Boris von Mozarovski Czetwertynski y la española María del Rosario Ruiz de Frías. En 1961 pasó a vivir con su familia en Madrid y su carrera de actriz se inició en 1969 con el filme «El otro árbol de Guernica». Alternó más tarde sus estudios con intervenciones esporádicas en películas de poca entidad —«Lo verde empieza en los Pirineos» (1973) y «El Mariscal del Infierno» (1974)— hasta que, apenas salida de la adolescencia, la popularidad le llegó como símbolo sexual en una veintena de películas en 1975-77. Actriz de no grandes vuelos, destacó principalmente en el género erótico y terrorífico, verdaderos filones del cine consumista español de la época. En «El hombre de los hongos» (1976) trabajó con Philip M. Thomas, que se haría mundialmente famoso como coprotagonista de la serie «Corrupción en Miami», y su obra más importante se titula «Beatriz» (1976), la primera en la que encarnó el principal papel. Llamada al cine por su belleza, ella misma se había dolido públicamente del ambiente erótico en que le mantenían los directores de la época. En el instante de su muerte, Alexandra no había llegado a una total madurez de actriz y sólo es recordada por las especulaciones en torno a su muerte.