28 de marzo de 2013

Aviones misteriosos: «Boeing X-37»

Michael Stonecypher
La actividad espacial científica requiere publicidad para su continuidad; la militar, no. Las misiones del avión aeroespacial «Boeing X-37» son secretas y, por tanto, militares. Este secretismo mueve juicios muy críticos, con dudas sobre el alcance real y las motivaciones de estas misiones, entre ellas una militarización encubierta del espacio.

El «X-37», programa experimental para la NASA (1999), fue transferido a la Fuerza Aérea en 2004. Se trata de una lanzadera en miniatura, de 9 m de longitud y 4'5 m de envergadura, lo suficientemente pequeña para encerrarla en un cohete y satelizarla en órbita baja (unos 300 km de altura). La desviación de un programa de la NASA a las fuerzas armadas no es extraña: las actividades espaciales de aquella dependen de una sección científica, pero los militares imponen sus propios criterios y se atribuyen la mejor parte, caso del «X-37», también llamado «OTV» («orbital test vehicle»).

En marzo de 2013, la Fuerza Aérea cuenta dos aviones tipo «X-37B», versión perfeccionada del «X-37A» de la NASA, que nunca se lanzó al espacio. El primero de ellos despegó de Cabo Cañaveral el 22 de abril de 2010 y aterrizó en Vandenberg (California) el 3 de diciembre, en una operación completamente automática, la primera del tipo tras la de la lanzadera soviética «Buran» (1988). El 5 de marzo de 2011 se lanzó el segundo «X-37», que, tras permanecer en órbita 469 días, aterrizará también en Vandenberg. El 11 de diciembre de 2012 le toca de nuevo el turno al primer «X-37» satelizado, en una misión también secreta y duración desconocida. El nombre de clave de estos vuelos son, respectivamente, «OTV 1», «2» y «3» (en respecto de las misiones, «USA 212», «226» y «240»), todos ellos inyectados en órbita con cohetes bifásicos «Atlas V».


Michael Stonecypher
El primer «X-37» satelizado (vuelo «OTV 1»), en la base aérea de Vandenberg (California), tras un vuelo orbital secreto de 224 días. Será inyectado nuevamente en órbita el 11 de diciembre de 2012, en una misión también secreta («OTV 3»).
La satelización del «X-37B» puede obedecer a motivos científicos o a una táctica de política agresiva, más allá de la adquisición de informes sobre los propósitos y posibilidades de potencias antagónicas, y es innegable que el uso militar se puede disfrazar con fines utilitarios o científicos. Sin embargo, se sabe que presenta órbita baja, larga vida y capacidad de reingreso. Estas características son importantes para especular sobre sus posibles aplicaciones. La órbita baja o «Leo» («Low Earth Orbit») es la más apropiada para el espía espacial y tiene como característica principal una satelización más sencilla y económica. Cabe añadir que la órbita circular del «X-37» no requiere instalaciones terrestres más complicadas ni presenta el efecto «Doppler» como factor de distorsión (incremento y disminución de la frecuencia de ondas según se acerca o aleja el satélite de la Tierra). Finalmente, la capacidad de reingreso permite recuperar físicamente la información recabada en el espacio, sin exponerla a interferencias electromagnéticas. Otra aplicación nada desdeñable del «X-37» es volar a unos 250 km de altura, demasiado elevada para los aviones y excesivamente baja para los satélites libres (estos pueden ser situados a una altura de unos 100 kilómetros, pero en órbita elíptica).

¿Que finalidad persiguen los norteamericanos con el «X-37»? De momento ya disponen de un sistema sencillo, seguro y eficaz, con las ventajas del cohete y muchas de la lanzadera espacial, pero sin los cuantiosos y costosos esfuerzos que requiere la última, un ingenio que les permite ir al espacio para satelizar un espía enano, instalar destructores de misiles o destruir cualquier satélite enemigo. En efecto, los cambios de altura en los vuelos orbitales de los «X-37» recuerdan aquel programa ofensivo que la extinta Unión Soviética venía experimentando desde 1967 con la persecución y destrucción simulada entre satélites. Tampoco hay que poner obstáculos a la idea de que pueda tener un papel en las operaciones del radiotransmisor militar de Gakona (Alaska).


Críticas. El secretismo que rodea al «X-37» es una clara violación al Derecho Espacial, y concretamente al convenio que tiene por objeto el conocimiento exacto de los ingenios lanzados al espacio ultraterrestre. Estados Unidos «justifica» esta violación a los acuerdos espaciales en interés de la «defensa y seguridad nacionales», pero los problemas pueden venir después, en el caso de probarse una militarización del espacio, que podría inducir a posibles conflictos de alcance internacional.

ACTUALIZACIÓN DICIEMBRE 2017 (X-37B)

Hasta finalizar 2017, los dos aviones aeroespaciales «Boeing X-37» se han ido lanzando por turnos en cinco misiones, las cuatro primeras mediante cohetes «Atlas V» y la última con un «Falcon 9».

Ya hemos dicho que el OTV-3 fue lanzado el 11 de diciembre de 2012. Después de permanecer en una órbita terrestre 674 días y 22 horas, aterrizó en Vandenberg (17 octubre 2014). El OTV-4 (USA-261), segundo vuelo del segundo X-37, constituirá una nueva demostración de la seguridad de ese aparato: el vuelo durará del 20 de mayo de 2015 al 7 de mayo de 2017, o sea 717 días, 43 más que el anterior. Cuatro meses después, el 7 de septiembre, fue lanzado el primer X-37 en su tercer vuelo (OTV-5, misión USA 277), impulsado por un cohete «Falcon 9». Para 2019 está programado el sexto lanzamiento de la serie, el (OTV-6). Según las autoridades militares, estos cuatro ensayos cumplieron satisfactoriamente los objetivos del programa X-37, demostrando las buenas cualidades de esos aviones aeroespaciales y de los cohetes lanzadores —«Atlas» y «Falcon»—.