12 de febrero de 2014

«Escudo antimisiles», ¿un paso hacia la guerra?

El crucero estadounidense «Shiloh» lanzando un misil SM-3 (US Navy)
En 2001 el presidente George W. Bush propuso desplegar un «paraguas» de protección contra misiles balísticos intercontinentales, continuación más económica, si se quiere, del caduco programa SDI («Stratgic Defense Initiative») establecido por el presidente Reagan (1983), más conocido como «guerra de las galaxias». La OTAN europea miró con recelo el programa por el alto coste que supone, la degradación del arsenal atómico ruso y las limitaciones del chino.

Sin embargo, en 2006, Corea del Norte, entre los países más pobres del mundo, consiguió un explosivo atómico e Irán anunció sus propósitos. Estas pequeñas fuerzas atómicas, tan inútiles como peligrosas, plantean a largo plazo una grave amenaza a la seguridad mundial y en la Conferencia de Lisboa (2010) la OTAN acordó suprimir esta amenaza con la creación de una «sombrilla nuclear» para hacer imposible la llegada de ojivas nucleares sobre territorio de la OTAN.

Este programa ABM incluye, básicamente, los misiles antimisil y los sistemas de detección, entre ellos satélites y astronaves (¿incluida la misteriosa X-37?). Tal conjunto de cosas no alienta la proliferación de armas atómicas, pero multiplica la capacidad nuclear de la OTAN al reducir o anular la de sus enemigos potenciales. En efecto, Rusia objetó que la Organización pretende acabar con el «empate atómico» y que, lejos de disuadir a cualquier enemigo, el nuevo sistema ABM pudiera ser espoleta para el inicio de un fuego nuclear cruzado.

La protesta rusa está fundamentada: Estados Unidos puede asestar un golpe atómico masivo a Rusia para destruir entre el 60 y el 80% de su arsenal nuclear, dejando así a este país sin las armas suficientes para vencer por saturación las defensas ABM de la OTAN; es decir, para contestar a una acción nuclear americana. Así, Rusia puede operar en situaciones muy graves, quedando obligada a adoptar medidas de carácter extraordinario, como el ataque preventivo nuclear cuando todavía conserva intacta su fuerza ofensiva.

En fin, la excusa de una amenaza nuclear iraní o coreana, con arsenales experimentales, no satisface a muchos países de la Unión Europea y algunos dudan de las intenciones estadounidenses. Lo cierto es que el continuado avance de las líneas de la OTAN sobre los antiguos territorios del Pacto de Varsovia y el papel de la Unión Europea en la crisis de Ucrania, junto a Bielorrusia el último colchón estratégico de Rusia frente a la OTAN, son malos precedentes y no es aventurado predecir un cerco en toda línea a Rusia.

US Navy
El destructor japonés «Kongo» lanzando un misil «antimisil» SM-3. En 2014 sólo las armadas de Estados Unidos y Japón administran misiles de este tipo.

ANEXO

El RIM-161 (SM-3), de Raytheon, es un misil antimisil de 6'5 m de longitud y 1'5 t de peso, combustible sólido y cuatro fases, con velocidad de 7 a 8 mach y un alcance de 500 km. Está en servicio en las Armadas estadounidense y japonesa.

En 2007 los japoneses ensayaron exitosamente un SM-3 desde su destructor «Kongo» y al año siguiente otro lanzado desde el crucero estadounidense «Lake Erie» (clase «Ticonderoga») destruyó sobre el océano Pacífico un satélite a 247 km de altura. En ese año falló un nuevo ensayo japonés (destructor «Chokai»), pero se repitieron los exitos en 2009 y 10 (destructores «Myoko» y «Kirishima»).

Dícese que el SM-3 es eficaz contra el misil de cabeza múltiple, que puede dispersar diversas cargas en trayectorias diferentes. Sin embargo, se sabe que algunos cohetes rusos pueden saturar o confundir las defensas ABM con la proyección de centenares de globos aluminizados, con características ópticas y de onda análogas a las ojivas. Acaso por ello, el programa ABM de la OTAN pone atención a los primeros tres minutos de vuelo del misil, antes de dejar éste su cabeza nuclear en solitario vuelo balístico.

España. En 2011, este país anunció en Bruselas su participación en el sistema ABM de la OTAN y el 11 febrero de 2014 llegó a Rota el «Donald Cock», el primero de cuatro destructores clase «Arleigh Burke» con sistema «Aegis» y armados con misiles SM-3: «Ross», «Porter» y «Carneys», los dos últimos en 2015. El papel en las defensas ABM de los buques de guerra españoles clase «Álvaro de Bazán», también provistos de equipos «Aegis», ha quedado sujeto a la discreción militar.