21 de marzo de 2014

España en contra de sancionar a Rusia

Partido Popular
El 21 de marzo, los jefes de estado y de gobierno de los países miembros de la Unión Europea se reunieron en Bruselas para estudiar el aumento de la tensión entre Rusia y los europeos. Aunque la reunión fue en parte extremadamente reservada, el asunto principal tenía que ver con las medidas anunciadas para el caso de que Rusia «no se detuviera en Crimea», así como un replanteamiento de la política a seguir por Bruselas en sus relaciones con Moscú.

El presidente español Rajoy, no obstante insistir en una condena explícita al referéndum de Crimea y la necesidad del apoyo económico a Ucrania, reiteró el llamamiento a un entendimiento con Rusia y rechazó aumentar en número y alcance las «medidas», cuyas cláusulas no son todas conocidas, pero al parecer tan pequeñas que han decepcionado a los ucranianos y ahora estos dudan del compromiso europeo en la defensa de su país.

Esta posición del presidente español parece encontrada con la de su ministro de Defensa, Pedro Morenés, que en la 50ª Conferencia de Seguridad de Munich (febrero 2014) resaltó la importancia geoestratégica de Ucrania y cuestionó la amistad de Rusia. En cualquier caso, durante la visita del presidente español a San Petersburgo (2013), su colega ruso declaró que «Rusia no tiene ningún problema con España» y que la misma es un «aliado fiable». 

Ucrania: de entrada, difícil. En múltiples declaraciones se sigue recalcando la voluntad política de acoger a Ucrania en la Unión Europea y con ocasión de esta cumbre el primer ministro ucraniano, Arseni Yatsenuik, firmó un acuerdo preferencial como «inicio oficial de las negociaciones para la adhesión», pero tal acuerdo sólo pretende acrecentar la cooperación política, el camino por recorrer es aún muy largo (decenas de negociaciones y capítulos que cerrar) y varios Estados miembros de la Unión Europea se oponen a la candidatura ucraniana por los impactos económicos de la misma sobre sus economías. 

En fin, el astronómico problema económico de Ucrania (cuya resolución pasa por las medidas excesivamente severas del Fondo Monetario Internacional), las malas perspectivas electorales del actual gobierno ucraniano (que pueden suponer un frenazo serio o incluso esfumar las posibilidades de adhesión) y el fantasma de una desintegración del país no son el mejor aliciente para el progreso de la integración de Ucrania en la Unión Europea.

Crimea. La Unión Europea reconoce como irremediable la incorporación a Rusia de Crimea, pero esta península, que representaba un 4% del PIB ucraniano, no reviste ahora gran importancia estratégica para los intereses europeos ni norteamericanos. En el plano militar, la salida al Mediterráneo de la flota rusa del mar Negro pasa por los estrechos Bósforo y Dardanelos, territorios OTAN (Turquía) y fáciles de cerrar, y el Mediterráneo es considerado aguas territoriales de la Organización por la superioridad de su fuerza naval (España, Francia, Italia) frente a la de enemigos potenciales. Se comprende, pues, la obsesión rusa con Siria y sus «flirteos» con Chipre, el más extraño —e irrelevante— miembro de la Unión Europea (véase Rusia refuerza su flota del mar Negro).

El problema del gas. Las presiones realizadas por Rusia sobre la Unión Europea con la amenaza de cortar el suministro de gas, del que depende en su conjunto un 30%, deterioraron la posición diplomática de los europeos, pero no inquietan a España, que enlazó sus gasoductos con Argelia. En efecto, el gobierno español propone ahora enlazar sus gasoductos con los de Francia para eliminar la dependencia europea de los yacimientos rusos. Sin embargo, conviene señalar que los arsenales rusos tienen un peso específico casi resolutivo en las fuerzas armadas de Argelia y no está clara la situación de Libia, arruinada con la descarada intervención de la OTAN y baza clave de la gran jugada de la «primavera árabe».

Condicionada por tal dependencia de los hidrocarburos rusos, la Unión Europea ha desplegado una estrategia política claramente apaciguadora de cara a Moscú, pero ya se adoptan medidas para eliminar esta dependencia y otra futura aventura temeraria de Rusia podría tener consecuencias menos felices para este país.

¿Guerra inverosímil? Con Ucrania dividida, Rusia envalentonada y una Unión Europea con intenciones poco claras, toda prospectiva de la crisis de Ucrania, siquiera a medio plazo, es mera especulación y la chispa de un conflicto internacional, que algunos consideran inverosímil y otros necesario para la «prosperidad» del sistema capitalista, puede saltar no sólo en los mares Negro o Báltico sino también en el Mediterráneo, supuesto que no se adelante Asia Oriental, donde Japón mira con prevención hostil a Rusia y China por las islas en litigio de Kuriles y Senkaku, respectivamente (véase La «guerra fría» se desplaza a Asia oriental).