1 de mayo de 2014

Ataque nuclear automático

Ministerio de Defensa de Rusia
Desde 2000 Estados Unidos busca una capacidad de ataque universal inmediata, con un intervalo de tiempo inferior a 60 min (ataque global inmediato o PGS), con o sin explosivo atómico, por medio del misil balístico intercontinental, el misil de crucero estratégico y las llamadas armas de energía cinética, todavía utópicas. El PGS parece dirigir la vista a Rusia y la contestación de este país al programa norteamericano es el mejoramiento de otro todavía más inquietante: «Perimetr».

El sistema «Perimetr», popularizado con el sobrenombre «Dead hand» (mano muerta), permite un ataque nuclear automático, sin la participación de operarios humanos. «Perimetr» se hace cargo de todos los vectores de lanzamiento atómicos (terrestres, aéreos y marítimos) en caso de fallo o destrucción de las radiocomunicaciones del sistema principal, de nombre «Kazbek» y controlado por el presidente ruso. Verificada la inutilidad de «Kazbek» (léase comunicaciones con el Kremlin y centros de mando), «Perimetr» dispara varios misiles con potentes radiotransmisores a bordo para accionar desde el aire el lanzamiento de todas las armas atómicas.

Se dice que los trabajos teóricos de «Perimetr» empezaron en 1974 (directiva secreta gubernamental 695-227), las pruebas experimentales en 1979 y el sistema entró en servicio en 1985. Consignar las características de este sistema es insubstancial por cuanto es objeto de secreto, inflexible política de discreción azuzada ahora por la crisis de Ucrania, pero se sabe que funciona por sí solo e incorpora los principios de la inteligencia artificial. Básicamente, consiste en un ordenador electrónico enlazado con sismógrafos, espectrómetros, contadores Geiger de radiactividad y barómetros. Verificado un ataque nuclear en base a los datos que recibe de estos aparatos, y vencido un intervalo de tiempo sin intervención humana, «Perimetr» ordena, de manera ahora irreversible, un golpe atómico masivo a Estados Unidos y Europa.

El Gobierno ruso niega los riesgos de un lanzamiento por error o accidente en tanto el sistema funciona de acuerdo con la secuencia de operaciones señalada al ordenador electrónico. Al parecer, el cerebro electrónico de «Perimetr» está enterrado y hormigonado en el S de Moscú y utiliza radiotransmisores de baja frecuencia.

Según señala el general A. Danilevich, «Perimetr» no habría tomado forma ante la oposición de varios jefes militares y el perfeccionamiento de los sistemas de vigilancia y alerta. Según otros, desde 1985 puede desarrollar toda su potencia y unos pocos creen que dispone de automatización muy pequeña, pero desde 2013 van llegando informaciones de un continuo perfeccionamiento, tanto de los propios misiles como de los sistemas y medios de lanzarlos automáticamente.

Se dice que «Perimetr» permite abrigar la esperanza de que, por temor a la represalia, se evitará un golpe atómico masivo por sorpresa, en el que Estados Unidos tiene ventaja por la gran precisión de sus proyectiles intercontinentales disparados desde submarinos (SLBM). Sin embargo, se plantean en «Perimetr» problemas de gran envergadura. ¿Que ocurriría de coincidir una catástrofe sísmica y otra extraterrestre (tormenta solar, asteroide), capaces de producir efectos casi idénticos a los de un bombardeo atómico?

Admitida su existencia, «Perimetr» significa una grave amenaza para el hombre porque una máquina puede tomar el control del arsenal más mortífero de la historia, insuficiente para acabar con la vida en la Tierra, pero sobrado para descoyuntar la civilización humana por décadas o incluso siglos. Sin embargo, la realidad indiscutible es que mientras la OTAN siga expandiéndose a expensas de la seguridad de Rusia las armas nucleares tienen particular importancia y nadie debería reprender a este país por su propósito de asegurar su independencia por su propio poder nuclear (véase La máquina del fin de los tiempos).