30 de octubre de 2014

Aumento de la actividad aérea rusa

Ministerio de Defensa de Rusia
Los días 28 y 29 de octubre de 2014 la vigilancia aérea de la OTAN descubrió la presencia de casi una treintena de bombarderos y cazas rusos en los límites del espacio aéreo de la Unión Europea, concretamente en el Atlántico y los mares Báltico, Norte y Negro, algunos sin plan de vuelo conocido e identificador de la aeronave apagado, lo que constituye una amenaza para el tráfico regular de aviones a la que respondieron las defensas antiaéreas de caza de seis países.

El día 28, a las 14 h 30 m, una escuadrilla rusa de ocho aviones tipos MiG-31, Sujoi 24, 27 y 34 fue descubierta en el mar Báltico e interceptada en el Golfo de Finlandia por «Typhoon» alemanes de la «Policía aérea del Báltico», a los que siguieron F-18 finlandeses, JAS-39 suecos y F-16 daneses. Los rusos volaban hacia Kaliningrado, con el oportuno plan de vuelo e identificadores de las aeronaves activados, pero sin responder a los controles del tráfico regular aéreo.

El día 29, a las 3 h, cazas F-16 noruegos interceptaron otra escuadrilla rusa, más pequeña y sospechosa: cuatro bombarderos Tupolev 95 y otros tantos Ilyushin 78, espías o de reaprovisionamiento en vuelo. Dos de los primeros pasaron al Mar del Norte y salieron al Atlántico para ser interceptados, sucesivamente, por cazas «Typhoon» británicos y F-16 portugueses. Las tripulaciones rusas desconectaron sus «transpondedores», repetidores a bordo para la identificación de las aeronaves, que les hizo indetectables por el radar de tipo «secundario» (tráfico regular), no así por el «primario» (militar), que permitió descubrir la presencia y posición de los aviones rusos y determinar la distancia de los mismos y su dirección.

Por la tarde del mismo día, en el mar Negro, cazas F-16 turcos hicieron retroceder a dos Tupolev 95 y dos cazas Sujoi 27 sin tener que hacer fuego. Al mismo tiempo, la «Policía aérea del Báltico», en este caso F-16 portugueses, hizo otro tanto con una escuadrilla de tres cazas MiG-31 y Sujoi 27 y cuatro de ataque Sujoi 24 y 34.

Ricardo Quintela
Cazas F-16 portugueses en Siauliai (Lituania). La defensa aérea de este país, Letonia y Estonia, sin aviación de caza, corre a cargo de otros países de la OTAN, con intervalos de cuatro meses y dotaciones de 4 aviones. Desde enero de 2014 este destacamento aéreo se forma con aviones de dos o más países y para finales de diciembre está prevista una dotación «Typhoon» española.
Con estas operaciones aéreas, de una intensidad nunca vista ni oída desde la «guerra fría», van más de un centenar en 2014 frente a la treintena de 2013. Estos vuelos clandestinos o irregulares, con propósito intimidatorio o de espionaje, han evolucionado con tal rapidez en los últimos meses que hoy representan una preocupación. Al mismo tiempo, Moscú hace reivindicaciones territoriales en el Ártico, busca un protectorado sobre la regiones ucranianas de Lugansk y Donetsk y parece interesado en recuperar los principios de la guerra fría (véase «Sudamérica: Putin se quita la máscara»).

Es manifiesto que una conflagración internacional o universal viene incubándose desde hace meses por la agresiva política nacionalista del presidente ruso Putin, que busca un clima bélico para disfrazar la mala prospectiva económica de Rusia (devaluación de su moneda, inflación incipiente, amenaza de recesión) como consecuencia de la contracción del precio del petróleo, con el agravante del lastre de gastos en armamento y las «medidas restrictivas» de la Unión Europea y los Estados Unidos.

Royal Air Force/OTAN
Uno de los dos Tupolev 95 rusos que el día 29 de octubre salieron del Báltico al Atlántico, cuando sobrevolaba el Mar del Norte.
¿Que pretenden los rusos? Recabar información sobre las defensas aéreas de la OTAN. Se trata, pues, de una táctica agresiva. La preocupación fundamental de la aviación rusa, en un hipotético ataque sorpresa, son las defensas antiaéreas de la Alianza (cazas, misiles, radares) y para detectar los emplazamientos y «modus operandi» de las mismas se montan estas operaciones, que pueden provocar el encendido afortunado de algún radar de guía u otro sistema de gran interés para los rusos.

El avión espía es fácil disfrazar en un bombardero (Tupolev 95), de reaprovisionamiento en vuelo (Ilyushin 78) o un avión de ataque mediano (Sujoi 34). Los tres modelos han participado de estos vuelos y el primero, con radio de acción superior a los 15 000 km, no necesita de abastecimiento en vuelo para salir del Báltico al Atlántico.