8 de octubre de 2015

Rusia bombardea Siria con misiles crucero

AP Novosti
La primera noche del 7 de noviembre, 26 misiles de crucero rusos alcanzaron sobre Siria objetivos rebeldes situados entre 1 200 y 1 500 km, incluido el cuartel general en Raqqa del ejército terrorista «Estado Islámico». El ataque tiene clara intencionalidad política: por un lado, mostrar la precisión y alcance de los misiles de crucero rusos; por el otro, advertir de la futilidad de proveer con armamento antiaéreo al «Ejército Sirio Libre», oposición armada al presidente Bashar Assad.

Con el modelo «Biryuza» —y no «Kalibr» como indican muchos medios informativos—, se batieron con precisión 11 objetivos en el N y E de Siria (Idleb, Palmira, Homs, Raqqa). Los buques lanzadores, según el Kremlin, fueron la fragata ligera «Daguestán» y tres corbetas clase «Buyan», de la flota del mar Caspio, una de las cinco en que se organiza la Armada rusa (véase más adelante «La flotilla rusa del mar Caspio»). Parece una nómina insuficiente y con barcos pequeños para semejante salva de misiles de crucero en tan corto intervalo de tiempo, pero no hay más información que la de Moscú (la de los espías espaciales norteamericanos no se publicita para no descubrir sus posibilidades).

Los resultados de la intervención rusa en Siria se hacen sentir en Bagdad, que se plantea buscar el apoyo directo de Moscú ante la impotencia —políticamente muy sospechosa— de los aviones europeos y norteamericanos para acabar con el «Estado Islámico» en Irak. El presidente Putin es un maestro de la política de hechos consumados y el paso inmediato podría ser la intervención masiva del Ejército ruso como «fuerza de pacificación» (en la práctica para mantener de su lado al Gobierno sirio, para impedir el cerco a Rusia por el S y, relacionada con la anterior, para integrar a Irak en su esfera de influencia). Cuando por fin se restaure una paz más o menos precaria (la otra alternativa es un impensable conflicto OTAN-Rusia), más de 180 000 personas habrán perdido la vida, no menos de 200 000 habrán resultado heridas y unas 100 000 ya optaron por emigrar a Europa.

Ministerio de Defensa de Rusia
Lanzamiento de un misil de crucero ruso «Biryuza» desde la fragata «Daguestán» en el mar caspio (7 octubre).
Los misiles de crucero rusos. La fuerza naval soviética fue la primera entre todas las flotas de guerra mundiales que desarrolló y montó a bordo de sus cruceros y destructores misiles tácticos de medio alcance mar-mar (los tipos SS-N-1 de 1957 y SS-N-2 de 1958, con alcances de 180 y 50 km, respectivamente). El primer misil de crucero de la Armada soviética que puede adaptarse a esta definición fue el SS-N-3 «Shaddock» (1957), supersónico, cabeza nuclear y alcance de 200-800 km, según versión. Le substituye en los años 80 el SS-N-12 «Sandbox» y durante la «guerra fría» se provén otros misiles antibarco (superficie-superficie) de medio o corto alcance (tipos SS-N-7, 9, 11, 19 y 22).

Dos tipos representan la generación actual de misiles de crucero rusos: el 3M-54 «Kalibr» (SS-N-27 en nomenclatura OTAN) y el 3M-14 «Biryuza» (SS-N-30), ambos bifásicos de propelente sólido. El «Kalibr», de 1'3 t de peso, 540 cm de diámetro y 6'2 m de longitud, puede ser lanzado desde un barco, submarino, avión o vehículo terrestre, y dispone de un alcance de entre 50 km (3M-54/91RE1) y 650 km (3M-54T). Su sistema de dirección es un altímetro rádico que le permite volar a escasos metros de la superficie, una unidad de dirección de curso y radar explorador que le permite localizar objetivos del tamaño de un automóvil grande. El «Biryuza», más pesado (2'3 t) y largo (8'2 m), tiene un alcance de 2 500 km (3M-14T). El sistema de dirección de este misil se basa en almacenar en la memoria del computador de a bordo un mapa digitalizado del terreno a sobrevolar, que, comparado con los datos aportados por el altímetro rádico permite seguir una ruta predeterminada a 15 m sobre relieve suave y a 50 o 100 m sobre relieve accidentado.

AP Novosti
El misil de crucero «Kalibr», más pequeño y sencillo que el «Biryuza», puede llevar su carga, nuclear o no, a más de 600 km de distancia.
Por su eficacia y coste, estos misiles han sido adoptados, con versiones degradadas (tipo «Club»), por varios países: Argelia, Birmania, Corea del Norte, China, India, Indonesia, Irán, Malasia y Vietnam, todos ellos a bordo de submarinos clase «Kilo», modelo ya superado (1982), o en su versión mejorada «Varshavianka» (Argelia, China y Vietnam).

El problema del misil de crucero. Un interés particular tienen los misiles de crucero, causantes de la paralización de las conversaciones SALT II. La razón para ello está en su gran precisión y dificultad de distinguir la versión estratégica (carga nuclear) de la táctica (alto explosivo). En enero de 2014, Estados Unidos informó a la OTAN europea de un nuevo misil de crucero ruso que infringe el tratado de 2010 sobre misiles tácticos y estratégicos, pero Moscú recupera la política de secreto que caracterizó la Unión Soviética y, fuera de los organismos de espionaje, nada se sabe sobre los progresos de este supuesto nuevo misil de crucero.

La «flotilla» del mar Caspio. Dentro de la Armada rusa se distinguen las «flotas» del Norte, del Pacífico y de los mares Báltico, Negro y Caspio. Las dos últimas son las más pequeñas y vulnerables por razones geoestratégicas: el mar Negro es fácil de cerrar (estrechos del Bósforo y los Dardanelos) y el Caspio es un lago, el mayor del mundo. Ahora bien, el sistema Don-Volga-canal de Moscú relaciona los mares Negro y Caspio y estos con el Báltico y con el océano Glacial Ártico, y las guerras civiles de Ucrania y Siria han encarecido la importancia de las flotas de los mares Negro y Caspio (véase «Rusia refuerza su flota del mar Negro»).

En 2015, la flotilla del Caspio está compuesta por 2 fragatas clase «Guepard» («Tatarstán» y «Daguestán»), 6 corbetas «Buyan» de 500 t, 1 corbeta «Tarantul» y 15 buques auxiliares (patrulleros, dragaminas, etc), tres de ellos armados con misiles (patrulleros clase «Matka»).