14 de enero de 2017

China amenaza a Estados Unidos

CSIS/AMTI
El 13 de enero de 2017 se produjo un rebrote de tensión entre China y Estados Unidos a propósito de las opiniones del presidente electo Donald Trump y de su candidto a la secretaría de Estado, Rex Tillerson, sobre la agresiva política de Pekín en el mar de la China Meridional, con una alusión directa a Taiwán. La tensión no supera la escalada verbal, pero puede alcanzar niveles de enfrentamiento inquietantes a corto plazo.

Hace unos días Trump cuestionó la «política de la China única», es decir, la integración de Taiwán en la China continental, y Tillerson amenazó con enérgicas medidas si Pekín prosigue con la fortificación o construcción de islitas en aguas internacionales, islitas de inequívoco uso militar (proporcionan una base desde la que pueden despegar aviones) y que van apareciendo con el trasfondo de la riqueza de hidrocarburos en yacimientos submarinos.

Como era de esperar, su efecto fue amplificado por los encendidos mensajes del aparato mediático de Pekín: el 13 de enero comunicó el «Global Times» que «es mejor que las dos partes se preparen para un enfrentamiento» y el «China Daily» vaticina una «confrontación devastadora»... Dejando aparte bravuconadas bélicas, China no está resuelta a lanzarse a la guerra en la primera oportunidad, ni con Japón y todavía menos Estados Unidos, aunque no para de irritar al primero con correrías aéreas y submarinas que algún día pueden acabar con la paciencia de Tokio o en un «accidente fatal» de consecuencias imprevisibles (véase «La guerra fría se desplaza a Asia oriental»).

BBC/Renitor
Las reclamaciones territoriales de Pekín en el mar de la China Meridional invaden las aguas «económicas» de los países vecinos y en algunos puntos incluso las jurisdiccionales, inadmisible en Derecho Internacional y ejemplo inequívoco de un «imperialismo contiguo» basado en el poder militar.
Una política muy agresiva. Pekín ha realizado pruebas de misiles frente a las costas de Taiwán y maniobras militares en el mar de la China en unos despliegues intimidatorios, tiene litigios territoriales con varios países ribereños y en el sector S de dicho mar, con su inmensa superioridad militar sobre los países vecinos, impone un descarado «imperialismo contiguo» o, si se quiere, una «política de hechos consumados», sin argumentos jurídicos ni históricos y moviéndose con absoluto desprecio al límite de aguas jurisdiccionales determinado por el derecho internacional. Ahora bien, en la entrada «Japón amenaza a China», de febrero de 2014, ya se advertía que la ocupación japonesa de las islas Senkaku podía traer estas consecuencias.

A no dudarlo, y dejando aparte los hidrocarburos, uno de los objetivos chinos al construir estos islotes artificiales consiste en encerrar a los países ribereños del mar de la China Meridional en un anillo de bases aéreas. La razón para ello está en que en la guerra naval aparece como principal fuerza de choque el portaviones y China no tiene ninguno. Su «nuevo» portaviones «Liaoning» de 55 000 t, esto es, el «Riga» soviético de 1988 adquirido por China en 2004 e incorporado a su flota en 2012, tiene una capacidad militar limitada y, en opinión de muchos técnicos navales, sirve como barco de experimentación para un nuevo portaviones.

Actualización

Eric Coffer
Portaviones de propulsión atómica «Carl Vison», de 100 000 t de desplazamiento y dotación de 90 aviones. Estados Unidos dispone actualmente (febrero 2017) de diez portaviones nucleares (clase «Nimitz» de 1975-2009) y avanza satisfactoriamente la construcción de otros tres (clase «Gerald Ford»).
La decisión adoptada por Estados Unidos de hacer valer el principio de la «libertad de los mares» defendiendo con la fuerzas de las armas las líneas de comunicación y el tráfico de combustible vital para la supervivencia de las naciones industrializadas, especialmente Japón, se refleja en el envió al mar de la China Meridional (5 febrero 2017) del portaviones «Carl Vison», el crucero «Lake Champlain», dos destructores («Michael Murphy» y «Wayne Meyer») y un número indeterminado de fragatas y ¿submarinos de ataque de propulsión nuclear?

Este grupo de combate, que navega por aguas internacionales, no presenta ningún problema de soberanía, pero supone una respuesta calibrada a la agresiva política de Pekín en la zona y con la fuerza destructiva suficiente para intervenir mediante sus armas en caso de conflicto soterrado o de guerra declarada.